17/10/2018, 22:29
—Yyyyyupsie. ¡Perdón! —escuchó decir a Daruu, que no tardó en acercarse a la barra y tomar asiento junto a ella. Pero Ayame, lejos de recibirle, se sentó en el borde de su banqueta, se cruzó de brazos y miró hacia otro lado con un mohín de rechazo—. Es que estábamos fuera y escuchamos un cristal rompiéndose. Teníamos miedo de que estuvieras en peligro.
—¿En peli...? ¡Oh, no, Amedama-san, es sólo un malentendido! —exclamó Kirishima—. La joven preguntó sobre un asunto comprometido y se me cayó el v-vaso. Debo suponer que váis en equipo, no? ¿Tú tambien, Aotsuki-san?
—Sí. De hecho, Ayame es mi hermana —declaró Kōri, sentándose al otro lado de Ayame—. ¿Puedes ponernos dos zumos más, por favor?
—¿Zumos? —protestó Daruu, y Ayame torció el gesto peligrosamente al oírlo—. Yo qui...
—Zumos —insistió el Jōnin.
—Y, ¿se puede saber cual fue la pregunta peliaguda que te hizo Ayame, Kirishima-san? —preguntó Daruu al cabo de varios segundos de tenso silencio—. Estamos...
—...investigando la muerte de Taichi Yamato y de Moiichi Danko. Lo sé.
Ayame alzó la mirada, sobresaltada. ¡Aquellos no eran los nombres por los que le había preguntado! Y no fue la única de darse cuenta de aquel detalle, pues su hermano y sensei se adelantó.
—Un momento, no. Takahashi y Goruden eran sus apelli...
—No sé cómo se harían llamar ahora —le cortó Takahashi—. Pero no eran quien decían ser. Y pensar que esos dos locos volverían a Amegakure, ¡pero qué osadía! Delante de sus mismas narices...
—Por favor, Kirishima. Al grano. ¿Has tenido algo que ver? —le preguntó Daruu, impaciente.
—Yo no. Pero sí que sé quién debe de ser el asesino. Ahora, por favor, dejadme empezar desde el principio...
Kirishima se agachó por detrás de la barra, y Ayame, curiosa, no pudo evitar estirar el cuello para echar un vistazo. Aunque se estremeció cuando sintió que el aire enfriarse de forma súbita a su alrededor. Kōri, siempre alerta ante cualquier mínima señal, se había puesto en tensión. Pero el tabernero simplemente depositó otra medalla idéntica de los Kunai Cruzados sobre la barra.
—Otra vez con vosotros, cabrones —dijo, con una risilla cargada de tristeza—. En fin. No me queda más remedio que desvelaros la historia del nombre de este sitio. La historia de Los kunai cruzados.
Y la historia comenzó. El amable y hospitalario tabernero había resultado ser un delincuente en sus años más jóvenes. Un ladronzuelo de calles que terminó llamando la atención de los ya mencionados Taichi Yamato y Moiichi Danko, los que se habían presentado ante sus ojos como Takahashi (el dueño del local de fideos) y Goruden (la joyera), ambos, irónicamente, ladrones de bancos y joyerías. Aquellos tres y Nobuki Notsu, amigo de Takahashi, comenzaron a trabajar juntos en el sutil arte de la sustracción bajo el nombre del grupo: Los Kunai Cruzados. Sin embargo, en un grupo de ladrones, donde el monstruo de la avaricia desgarraba las entrañas de cada uno de sus miembros, no podía faltar la traición. El grupo de los Kunai Cruzados en realidad siempre había sido un grupo de dos, y los dos novatos sirvieron como chivos expiatorios durante el intento de saqueo al banco más grande de Amegakure. Quince años de condena sirvieron como castigo para los dos Kunai traicionados. Después de aquel tiempo, Kirishima quiso rehacer su vida y fundó el negocio de la taberna. Sin embargo, Notsu no iba a quedarse de brazos cruzados y perdonar aquella afrenta sin más. Corrompido por la sed de venganza, emprendió un viaje hacia el País del Bosque para buscar la justicia sobre sus dos excompañeros de crímenes, que habían huido hacia allá con todo el dinero recaudado. Y Notsu debía de haber encontrado su sed de venganza resuelta de vuelta en Amegakure, cuando ambos habían regresado a retomar sus vidas. Ahora sólo quedaba un Kunai Cruzado más, y estaba frente a ellos confesando todo aquello.
—Entonces está... perdón, estás en peligro, Takahashi-san —intervino Ayame, muy seria—. Si de verdad fue Notsu y si estaba tan enfadado contigo, es probable que intente volver para acabar de una vez por todas con todo. ¿Sabes dónde puede estar?
—¿En peli...? ¡Oh, no, Amedama-san, es sólo un malentendido! —exclamó Kirishima—. La joven preguntó sobre un asunto comprometido y se me cayó el v-vaso. Debo suponer que váis en equipo, no? ¿Tú tambien, Aotsuki-san?
—Sí. De hecho, Ayame es mi hermana —declaró Kōri, sentándose al otro lado de Ayame—. ¿Puedes ponernos dos zumos más, por favor?
—¿Zumos? —protestó Daruu, y Ayame torció el gesto peligrosamente al oírlo—. Yo qui...
—Zumos —insistió el Jōnin.
—Y, ¿se puede saber cual fue la pregunta peliaguda que te hizo Ayame, Kirishima-san? —preguntó Daruu al cabo de varios segundos de tenso silencio—. Estamos...
—...investigando la muerte de Taichi Yamato y de Moiichi Danko. Lo sé.
Ayame alzó la mirada, sobresaltada. ¡Aquellos no eran los nombres por los que le había preguntado! Y no fue la única de darse cuenta de aquel detalle, pues su hermano y sensei se adelantó.
—Un momento, no. Takahashi y Goruden eran sus apelli...
—No sé cómo se harían llamar ahora —le cortó Takahashi—. Pero no eran quien decían ser. Y pensar que esos dos locos volverían a Amegakure, ¡pero qué osadía! Delante de sus mismas narices...
—Por favor, Kirishima. Al grano. ¿Has tenido algo que ver? —le preguntó Daruu, impaciente.
—Yo no. Pero sí que sé quién debe de ser el asesino. Ahora, por favor, dejadme empezar desde el principio...
Kirishima se agachó por detrás de la barra, y Ayame, curiosa, no pudo evitar estirar el cuello para echar un vistazo. Aunque se estremeció cuando sintió que el aire enfriarse de forma súbita a su alrededor. Kōri, siempre alerta ante cualquier mínima señal, se había puesto en tensión. Pero el tabernero simplemente depositó otra medalla idéntica de los Kunai Cruzados sobre la barra.
—Otra vez con vosotros, cabrones —dijo, con una risilla cargada de tristeza—. En fin. No me queda más remedio que desvelaros la historia del nombre de este sitio. La historia de Los kunai cruzados.
Y la historia comenzó. El amable y hospitalario tabernero había resultado ser un delincuente en sus años más jóvenes. Un ladronzuelo de calles que terminó llamando la atención de los ya mencionados Taichi Yamato y Moiichi Danko, los que se habían presentado ante sus ojos como Takahashi (el dueño del local de fideos) y Goruden (la joyera), ambos, irónicamente, ladrones de bancos y joyerías. Aquellos tres y Nobuki Notsu, amigo de Takahashi, comenzaron a trabajar juntos en el sutil arte de la sustracción bajo el nombre del grupo: Los Kunai Cruzados. Sin embargo, en un grupo de ladrones, donde el monstruo de la avaricia desgarraba las entrañas de cada uno de sus miembros, no podía faltar la traición. El grupo de los Kunai Cruzados en realidad siempre había sido un grupo de dos, y los dos novatos sirvieron como chivos expiatorios durante el intento de saqueo al banco más grande de Amegakure. Quince años de condena sirvieron como castigo para los dos Kunai traicionados. Después de aquel tiempo, Kirishima quiso rehacer su vida y fundó el negocio de la taberna. Sin embargo, Notsu no iba a quedarse de brazos cruzados y perdonar aquella afrenta sin más. Corrompido por la sed de venganza, emprendió un viaje hacia el País del Bosque para buscar la justicia sobre sus dos excompañeros de crímenes, que habían huido hacia allá con todo el dinero recaudado. Y Notsu debía de haber encontrado su sed de venganza resuelta de vuelta en Amegakure, cuando ambos habían regresado a retomar sus vidas. Ahora sólo quedaba un Kunai Cruzado más, y estaba frente a ellos confesando todo aquello.
—Entonces está... perdón, estás en peligro, Takahashi-san —intervino Ayame, muy seria—. Si de verdad fue Notsu y si estaba tan enfadado contigo, es probable que intente volver para acabar de una vez por todas con todo. ¿Sabes dónde puede estar?

![[Imagen: kQqd7V9.png]](https://i.imgur.com/kQqd7V9.png)