18/10/2018, 16:40
Daruu intentó que el nerviosismo no se apoderase de él. Miró al animal, que sufriría una paliza de seguro de seguir en las manos del tipo. Pensó en que el gato era un cabrón, pero en que no se merecía que un energúmeno así le diera una tunda. Además...
Todo indicaba a que aquella abuela se ganaba la vida robando comida con ayuda de aquellos gatos. ¿Legal? Definitivamente no, pero ¿era tan falto de ética cuando de verdad se tenía la necesidad? Bueno, había que ignorar algunas cosas, como que la anciana poseía, probablemente, algún tipo de Kekkei Genkai. Y que sus gatos sabían utilizar técnicas, claro. ¿Pero cuántas cosas extrañas habían en Oonindo?
Demonios, incluso si no podía justificarse, sentía que tenía que salvar a ese gato-mocoso.
—Es una orden de un shinobi esposado por una técnica de hielo a manos de su sensei —dijo, sin mentir en ningún momento, esperando que eso proyectara fuerza en su voz—, con el motivo de una prueba. Encontrar a ese gato y llevarlo de vuelta a salvo. Es el gato de un jounin. —Que proyectara fuerza a la mentira que vendría después—. ¿Conoce a Aotsuki Kori, el Hielo? Es mi maestro. Quizá prefiera hablar con él, pero entonces quizá es demasiado tarde y usted ya ha lastimado a ese gato. Es especial, señor. Necesita ese pescado, si no, no se irá de aquí.
»Pero hablaré con Kori-sensei. E intentaré que le diga a su gato que no vuelva por aquí. Ahora, fíjese en mi placa de chuunin, intacta y en su sitio. Y en mi placa de shinobi, y en mi chaleco. Fíjese en que estas esposas son de hielo, no unas convencionales. ¿Se va a arriesgar a desobedecer una orden? Recuerde que tengo autoridad sobre usted.
»¿Se va a arriesgar? —Daruu dudó un momento, pero comprendió que resultaría mucho más convincente si... formulaba un sello falso del carnero frente a sus labios, alzando las manos, con la izquierda—. Suelte al gato.
»Vámonos, Yuki, me han pedido que te acompañe a casa.
«Estoy más que acostumbrada a ganarme la vida sola... y con mis pequeñines.»
«¡Oh, me encantaría, señor shinobi! Pero tengo que llevarle la comida a mi abuelita»
«¡Oh, me encantaría, señor shinobi! Pero tengo que llevarle la comida a mi abuelita»
Todo indicaba a que aquella abuela se ganaba la vida robando comida con ayuda de aquellos gatos. ¿Legal? Definitivamente no, pero ¿era tan falto de ética cuando de verdad se tenía la necesidad? Bueno, había que ignorar algunas cosas, como que la anciana poseía, probablemente, algún tipo de Kekkei Genkai. Y que sus gatos sabían utilizar técnicas, claro. ¿Pero cuántas cosas extrañas habían en Oonindo?
Demonios, incluso si no podía justificarse, sentía que tenía que salvar a ese gato-mocoso.
—Es una orden de un shinobi esposado por una técnica de hielo a manos de su sensei —dijo, sin mentir en ningún momento, esperando que eso proyectara fuerza en su voz—, con el motivo de una prueba. Encontrar a ese gato y llevarlo de vuelta a salvo. Es el gato de un jounin. —Que proyectara fuerza a la mentira que vendría después—. ¿Conoce a Aotsuki Kori, el Hielo? Es mi maestro. Quizá prefiera hablar con él, pero entonces quizá es demasiado tarde y usted ya ha lastimado a ese gato. Es especial, señor. Necesita ese pescado, si no, no se irá de aquí.
»Pero hablaré con Kori-sensei. E intentaré que le diga a su gato que no vuelva por aquí. Ahora, fíjese en mi placa de chuunin, intacta y en su sitio. Y en mi placa de shinobi, y en mi chaleco. Fíjese en que estas esposas son de hielo, no unas convencionales. ¿Se va a arriesgar a desobedecer una orden? Recuerde que tengo autoridad sobre usted.
»¿Se va a arriesgar? —Daruu dudó un momento, pero comprendió que resultaría mucho más convincente si... formulaba un sello falso del carnero frente a sus labios, alzando las manos, con la izquierda—. Suelte al gato.
»Vámonos, Yuki, me han pedido que te acompañe a casa.