20/10/2018, 22:13
— Takeshi se disculpó una y otra vez por lo sucedido. El pobre era un ángel. Murió hace un mes, y creo que su muerte empeoró mi estado — dijo la mujer, y entonces, atinó por fin a abrir la puerta —. Pero el daño estaba hecho. Sentir el cristal traspasar mi carne y hacer salir mi ardiente sangre fue una experiencia tan... ¡maravillosa!
Tras la puerta, había una auténtica habitación digna de una cámara de tortura. En una mesa con manchas rojas, había desde un corta uñas, hasta unas tijeras y un cuchillo de cocina. A su lado, había una especie de camilla elevada, y en un compartimento de al lado, una caja con muchas agujas, similares a senbons.
Sobre la pared había colgadas espadas, hachas, mazas, y otros elementos. Incluso había un sarcófago sobre una de las esquinas, con una inquietante mirada de una mezcla de mujer y león.
— Desde entonces no puedo parar. ¡Oh! ¡Es tan maravilloso! Sentir el acero traspasar mi piel. La hoja del cuchillo besar mis muñecas. La hoja de la tijera cortar mi piel. Las agujas purificar mis caderas. ¡Solo con pensarlo mi mente se nubla! -- exclamó la mujer, poniendo sus manos en su cara, como una colegiala ruborizándose —. Siempre me he preguntado si nos ninjas como usted, shinobi-san, sienten algo parecido a esto. Siempre os jugais la vida, ¿verdad? Lo haceis por el dolor, ¿verdad? Puede decidrmelo. No hace falta que lo esconda.
La mujer empezó a dar saltitos El kimono se levantaba y volvía a su sitio con la gravedad. Kazuma pudo ver sus brazos, llenas de cicatrices de cuchillo. Pudo ver sus piernas, llenas de moratones, marcas de aguja, y otros. Normal que la mujer llevase algo siempre. Estaba llena de heridas por su aficción.
— Puede que a veces me cueste moverme, o me sangre mucho el cuerpo. Pero ya he dejado de ir al médico, antes de que me descubra — dijo la mujer, sonriente —. Desde que vino, supe que usted también compartía mi afición. ¿Por dónde empezamos? ¿Quiere probar la cama de agujas, o el sarcófago de pinchos? ¡Oh! ¿Tiene algún arma que pueda usar contra mí? ¡Una que sea extremadamente dolorosa! ¡Se lo ruego!
En otra esquina, sin embargo, había un objeto peculiar. Parecía ser... una marioneta. Una marioneta con forma de escorpión, hecha de madera. Tenía los ojos negros, y el resto de la piel, simulada con la madera para parecer la aspera piel del animal. Era un conjunto chocante, pues sobraba bastante ahí. También había un pergamino al lado, similar al que los ninjas usan para sus fuinjutsus.
Por si Kazuma quería saberlo, la puerta seguía a su espalda. Seguía abierta. Con tan solo bajar, podría llegar a la tienda y salir de ahí con las latas.
O podía quedarse ahí con la mujer, claro.
Tras la puerta, había una auténtica habitación digna de una cámara de tortura. En una mesa con manchas rojas, había desde un corta uñas, hasta unas tijeras y un cuchillo de cocina. A su lado, había una especie de camilla elevada, y en un compartimento de al lado, una caja con muchas agujas, similares a senbons.
Sobre la pared había colgadas espadas, hachas, mazas, y otros elementos. Incluso había un sarcófago sobre una de las esquinas, con una inquietante mirada de una mezcla de mujer y león.
— Desde entonces no puedo parar. ¡Oh! ¡Es tan maravilloso! Sentir el acero traspasar mi piel. La hoja del cuchillo besar mis muñecas. La hoja de la tijera cortar mi piel. Las agujas purificar mis caderas. ¡Solo con pensarlo mi mente se nubla! -- exclamó la mujer, poniendo sus manos en su cara, como una colegiala ruborizándose —. Siempre me he preguntado si nos ninjas como usted, shinobi-san, sienten algo parecido a esto. Siempre os jugais la vida, ¿verdad? Lo haceis por el dolor, ¿verdad? Puede decidrmelo. No hace falta que lo esconda.
La mujer empezó a dar saltitos El kimono se levantaba y volvía a su sitio con la gravedad. Kazuma pudo ver sus brazos, llenas de cicatrices de cuchillo. Pudo ver sus piernas, llenas de moratones, marcas de aguja, y otros. Normal que la mujer llevase algo siempre. Estaba llena de heridas por su aficción.
— Puede que a veces me cueste moverme, o me sangre mucho el cuerpo. Pero ya he dejado de ir al médico, antes de que me descubra — dijo la mujer, sonriente —. Desde que vino, supe que usted también compartía mi afición. ¿Por dónde empezamos? ¿Quiere probar la cama de agujas, o el sarcófago de pinchos? ¡Oh! ¿Tiene algún arma que pueda usar contra mí? ¡Una que sea extremadamente dolorosa! ¡Se lo ruego!
En otra esquina, sin embargo, había un objeto peculiar. Parecía ser... una marioneta. Una marioneta con forma de escorpión, hecha de madera. Tenía los ojos negros, y el resto de la piel, simulada con la madera para parecer la aspera piel del animal. Era un conjunto chocante, pues sobraba bastante ahí. También había un pergamino al lado, similar al que los ninjas usan para sus fuinjutsus.
Por si Kazuma quería saberlo, la puerta seguía a su espalda. Seguía abierta. Con tan solo bajar, podría llegar a la tienda y salir de ahí con las latas.
O podía quedarse ahí con la mujer, claro.
Hablo / Pienso
Avatar hecho por la increible Eri-sama.
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Sellos implantados: Hermandad intrepida
- Juro y Datsue : Aliento nevado, 218. Poder:60