21/10/2018, 00:53
—…Pero el daño estaba hecho. Sentir el cristal traspasar mi carne y hacer salir mi ardiente sangre fue una experiencia tan... ¡maravillosa!
Kazuma se quedó absorto ante el facsímil de calabozo que se presentaba ante él, ya había leído cuentos en donde el castillo del villano tiene un sótano lleno de herramientas de tortura, poblado de almas atormentadas y torturadores retorcidos, pero jamás se imaginó que se viese así.
—¡Cielos! —silbó, visiblemente impresionado—. Es una de las cosas más interesantes que haya visto alguna vez.
—…Siempre me he preguntado si nos ninjas como usted, shinobi-san, sienten algo parecido a esto. Siempre os jugais la vida, ¿verdad? Lo haceis por el dolor, ¿verdad? Puede decidrmelo. No hace falta que lo esconda.
—Aun soy un novato, así que no sabría decirlo con certeza —admitió, mientras caminaba por los alrededores—. Pero este es un pasatiempo interesante, aunque me parece que ha debido de ser costoso todo esto.
Le costaba comprender como habría llevado semejante colección hasta un sitio como aquel, como la había adquirido y como nadie se había dado cuenta. Puede que fuese debido a que la gente no solía interesarse mucho por las “aburridas” actividades de una anciana viuda.
— Puede que a veces me cueste moverme, o me sangre mucho el cuerpo. Pero ya he dejado de ir al médico, antes de que me descubra — dijo la mujer, sonriente —. Desde que vino, supe que usted también compartía mi afición. ¿Por dónde empezamos? ¿Quiere probar la cama de agujas, o el sarcófago de pinchos? ¡Oh! ¿Tiene algún arma que pueda usar contra mí? ¡Una que sea extremadamente dolorosa! ¡Se lo ruego!
—Además de que soy demasiado blando como para dañar a otros, no tengo nada que usar en usted sin comprometerme a mutilarla —bromeo él, para luego decir—: no veo mayor problema en que sea aficionada a las artes del dolor, pero es un juego un tanto peligroso como para practicarlo en solitario… Además, el cuerpo humano tiene un límite: un día podría cortar más profundo de lo debido o sufrir una infección.
Lejos de estar perturbado, se sentía intrigado ante las formas que podían tomar los vicios humanos. No era muy diferente al dolor que sentían los adictos, solo que este se limitaba al plano físico y no al emocional. Aunque si le parecía un tanto solitario, pues, y el bien lo sabía, lo difícil de ser extraño era conseguir a otros similares. Por otra parte, sentía compasión, pues aquel extravagante pasatiempo puede que fuese lo único que le conectaba con la memoria de su difunto esposo.
—Es increíble, todo está bien limpio y afilado, usted sería una buena supervisora de armamento —reconoció, mientras caminaba, hasta que se topó con una figura inerte y misteriosa que yacía en un rincón—. Esta se ve un tanto extraña, ¿Qué clase de máquina de tortura es? ¿Se usa junto con el pergamino?
Kazuma se quedó absorto ante el facsímil de calabozo que se presentaba ante él, ya había leído cuentos en donde el castillo del villano tiene un sótano lleno de herramientas de tortura, poblado de almas atormentadas y torturadores retorcidos, pero jamás se imaginó que se viese así.
—¡Cielos! —silbó, visiblemente impresionado—. Es una de las cosas más interesantes que haya visto alguna vez.
—…Siempre me he preguntado si nos ninjas como usted, shinobi-san, sienten algo parecido a esto. Siempre os jugais la vida, ¿verdad? Lo haceis por el dolor, ¿verdad? Puede decidrmelo. No hace falta que lo esconda.
—Aun soy un novato, así que no sabría decirlo con certeza —admitió, mientras caminaba por los alrededores—. Pero este es un pasatiempo interesante, aunque me parece que ha debido de ser costoso todo esto.
Le costaba comprender como habría llevado semejante colección hasta un sitio como aquel, como la había adquirido y como nadie se había dado cuenta. Puede que fuese debido a que la gente no solía interesarse mucho por las “aburridas” actividades de una anciana viuda.
— Puede que a veces me cueste moverme, o me sangre mucho el cuerpo. Pero ya he dejado de ir al médico, antes de que me descubra — dijo la mujer, sonriente —. Desde que vino, supe que usted también compartía mi afición. ¿Por dónde empezamos? ¿Quiere probar la cama de agujas, o el sarcófago de pinchos? ¡Oh! ¿Tiene algún arma que pueda usar contra mí? ¡Una que sea extremadamente dolorosa! ¡Se lo ruego!
—Además de que soy demasiado blando como para dañar a otros, no tengo nada que usar en usted sin comprometerme a mutilarla —bromeo él, para luego decir—: no veo mayor problema en que sea aficionada a las artes del dolor, pero es un juego un tanto peligroso como para practicarlo en solitario… Además, el cuerpo humano tiene un límite: un día podría cortar más profundo de lo debido o sufrir una infección.
Lejos de estar perturbado, se sentía intrigado ante las formas que podían tomar los vicios humanos. No era muy diferente al dolor que sentían los adictos, solo que este se limitaba al plano físico y no al emocional. Aunque si le parecía un tanto solitario, pues, y el bien lo sabía, lo difícil de ser extraño era conseguir a otros similares. Por otra parte, sentía compasión, pues aquel extravagante pasatiempo puede que fuese lo único que le conectaba con la memoria de su difunto esposo.
—Es increíble, todo está bien limpio y afilado, usted sería una buena supervisora de armamento —reconoció, mientras caminaba, hasta que se topó con una figura inerte y misteriosa que yacía en un rincón—. Esta se ve un tanto extraña, ¿Qué clase de máquina de tortura es? ¿Se usa junto con el pergamino?
![[Imagen: aab687219fe81b12d60db220de0dd17c.gif]](https://i.pinimg.com/originals/aa/b6/87/aab687219fe81b12d60db220de0dd17c.gif)