21/10/2018, 13:42
Sólo cuando el pescadero se dio la vuelta, malhumorado, y se fue pataleando en el suelo todo iracundo, Daruu pudo respirar tranquilo; abatido, dejó caer los hombros y miró al suelo, el corazón latiéndole a mil por hora. El joven se acercó a la cesta de pescados, que había caído sobre el hombre y ahora yacía vacía... salvo por su visor electrónico. Chasqueó la lengua y se lo llevó al portaobjetos con cara de asco.
—Pues mira, por muchas cosas, pero desde luego no porque me hayas robado esto y me lo hayas dejado lleno de un apestoso olor a pescado —protestó Daruu. Se dio la vuelta para encarar a Yuki—. La parte en la que mi sensei me esposaba como prueba era cierta. Pero no me envía él a por ti, sino tu abuelita. Nesobo. —Daruu se acercó con prudencia al animal, apenas a unos metros—. Me prometió que me ayudaría a quitártelas si te encontraba y te llevaba con ella. Quiere que vayas a casa. Esa es una de las cosas "por las qué".
»No te fíes de mi si no quieres —añadió, encogiéndose de hombros—. Fíate de ella.
—Pues mira, por muchas cosas, pero desde luego no porque me hayas robado esto y me lo hayas dejado lleno de un apestoso olor a pescado —protestó Daruu. Se dio la vuelta para encarar a Yuki—. La parte en la que mi sensei me esposaba como prueba era cierta. Pero no me envía él a por ti, sino tu abuelita. Nesobo. —Daruu se acercó con prudencia al animal, apenas a unos metros—. Me prometió que me ayudaría a quitártelas si te encontraba y te llevaba con ella. Quiere que vayas a casa. Esa es una de las cosas "por las qué".
»No te fíes de mi si no quieres —añadió, encogiéndose de hombros—. Fíate de ella.