21/10/2018, 18:58
Notsu se rio mientras se apoyaba en la barra ante la atenta mirada de Kirishima. Despreocupado, arrastró la yema del dedo por la madera y luego se la miró.
—Sigues siendo tan limpio como siempre —comentó—. Este lugar está impoluto. Ojalá se pudiera decir lo mismo de nuestro pasado, ¿eh, amigo?
Él no respondió. Lentamente, dejó el vaso ya seco sobre la encimera, sin despegar los ojos de Notsu. Pasaron los segundos, cronometrados por el reloj de pared, y entonces...
—Lo he hecho, Takahashi-kun. Lo he hecho. He encontrado a esos dos hijos de puta y he acabado con ellos. ¿Te puedes creer que estaban escondiéndose aquí mismo, en la propia villa? ¡Venga, no me jodas! —confesó, desperezándose con un bostezo con total despreocupación, y los labios de Kirishima se fruncieron en una fina línea—. ¿Sigues sirviendo esa hidromiel pluvial tuya? Vamos, ponte dos jarras y brindemos. Hoy es un buen día.
Kirishima se quedó momentáneamente en silencio, con los hombros tensos y la mirada clavada en su viejo amigo. Después lanzó un largo suspiro.
—Sí... por supuesto... —respondió con lentitud, mientras se daba la vuelta para coger dos jarras y después se agachaba para abrir una nevera, tomar dos botellas etiquetadas y vaciarlas en las mismas jarras. El líquido anaranjado se precipitó hasta el fondo de los dos vasos y quedó allí, burbujeante, invitando a ser bebido. Sin embargo, Kirishima no tomó la suya aún—. No deberías haberlo hecho, Notsu. No deberías haberlo hecho.
—Sigues siendo tan limpio como siempre —comentó—. Este lugar está impoluto. Ojalá se pudiera decir lo mismo de nuestro pasado, ¿eh, amigo?
Él no respondió. Lentamente, dejó el vaso ya seco sobre la encimera, sin despegar los ojos de Notsu. Pasaron los segundos, cronometrados por el reloj de pared, y entonces...
—Lo he hecho, Takahashi-kun. Lo he hecho. He encontrado a esos dos hijos de puta y he acabado con ellos. ¿Te puedes creer que estaban escondiéndose aquí mismo, en la propia villa? ¡Venga, no me jodas! —confesó, desperezándose con un bostezo con total despreocupación, y los labios de Kirishima se fruncieron en una fina línea—. ¿Sigues sirviendo esa hidromiel pluvial tuya? Vamos, ponte dos jarras y brindemos. Hoy es un buen día.
Kirishima se quedó momentáneamente en silencio, con los hombros tensos y la mirada clavada en su viejo amigo. Después lanzó un largo suspiro.
—Sí... por supuesto... —respondió con lentitud, mientras se daba la vuelta para coger dos jarras y después se agachaba para abrir una nevera, tomar dos botellas etiquetadas y vaciarlas en las mismas jarras. El líquido anaranjado se precipitó hasta el fondo de los dos vasos y quedó allí, burbujeante, invitando a ser bebido. Sin embargo, Kirishima no tomó la suya aún—. No deberías haberlo hecho, Notsu. No deberías haberlo hecho.