25/10/2018, 21:38
El joven kuseño parecía sinceramente arrepentido, pero con estos extranjeros nunca se podía estar seguro de nada, sobretodo cuando hacía nada que nos habían apuñalado por la espalda. Iba a perdonarle, ¿qué más me quedaba por hacerle? Había balanceado el karma, mi misión como enviado del universo estaba más que cumplida, aprobada con sobresaliente, diría yo, así que no tenía sentido seguir retrasando el perdón que tanto necesitaba Juro.
— Tranquilo, Juro. Te perdono.
Dentro de mi, como en todos los uzuneses del mundo, vivía una pequeña parte de Shiona, y, sin duda, esa parte de mi era la que tenía cierta ansia por perdonar a aquel vil traidor.
— Espero que sepas apreciar que de todos los habitantes de Uzushiogakure que había en el torneo, yo soy de los menos rencorosos, con Eri y Datsue no va a ser un camino de flores como conmigo. Avisado estas.
Justo cuando sentía que el peso de conciencia de tener el odio de Juro en la nuca desaparecía, otro aún más pesado lo sustituía en mi estomago. El odio de Eri. Suspiré, siempre había sabido que Eri me odiaba un poquito, mayormente por mi culpa, pero ahora ese odio era palpable, tal y como me había hablado, poco podía influir yo en su decisión.
— Ni siquiera estoy seguro de que yo vaya a arreglarlo con Eri, así que...
Lo dejé en el aire porque no tenía nada más que añadir, miré al cielo, intentando encontrar una respuesta.
— Tranquilo, Juro. Te perdono.
Dentro de mi, como en todos los uzuneses del mundo, vivía una pequeña parte de Shiona, y, sin duda, esa parte de mi era la que tenía cierta ansia por perdonar a aquel vil traidor.
— Espero que sepas apreciar que de todos los habitantes de Uzushiogakure que había en el torneo, yo soy de los menos rencorosos, con Eri y Datsue no va a ser un camino de flores como conmigo. Avisado estas.
Justo cuando sentía que el peso de conciencia de tener el odio de Juro en la nuca desaparecía, otro aún más pesado lo sustituía en mi estomago. El odio de Eri. Suspiré, siempre había sabido que Eri me odiaba un poquito, mayormente por mi culpa, pero ahora ese odio era palpable, tal y como me había hablado, poco podía influir yo en su decisión.
— Ni siquiera estoy seguro de que yo vaya a arreglarlo con Eri, así que...
Lo dejé en el aire porque no tenía nada más que añadir, miré al cielo, intentando encontrar una respuesta.
—Nabi—