25/10/2018, 22:59
(Última modificación: 25/10/2018, 23:06 por Uzumaki Eri. Editado 1 vez en total.)
— No me puedo creer que me digas esto. A mi. Yo, Eri, siempre te he defendido, no he dudado de ti ni un instante, y tú, a la primera oportunidad que has tenido, has preferido ponerte de parte de un kuseño que de la mía. ¡Esa gente nos atacó, Eri! A Datsue, a mi, a todos los que estábamos intentando detener la locura en el estadio. ¡Y tú le defendiste por encima de mi! ¿Que te he hecho daño? ¿Yo a ti?
—¡Ya lo sé! —le espetó ella, zafándose del agarre que había nuevamente hecho el muchacho sobre su brazo—. Sé que siempre has estado ahí para mí, siempre, en cada momento en que lo he necesitado, ¿crees que no tengo ojos en la cara? —claro que sabía todo aquello, claro que la irritaba que él siempre pusiese su vida por delante de la de cualquier otra persona, ¡claro que sí! Por ello cada vez que él lo hacía, ella se sentía peor consigo misma. No podía dejarse proteger cuando aún había gente desprotegida a su alrededor—. ¿Esa gente nos atacó? ¿Ves? ¡Estás generalizando! ¿Juro llegó a rozarte? ¿O fueron un puñado de gilipollas que no sabían qué mierdas hacer y se lanzaron a lo loco, eh?
El color de su rostro, antes pálido; ahora enrrojecía por momentos. Respiraba de forma rápida, incapaz de contener su ira.
— Primero me dejaste tirado en el estadio para salvar a una chica de Amegakure, que más tarde no hizo más que traernos problemas, pero lo entendí, era por salvar la villa. ¡Pero lo de Juro! ¿¡Estoy siquiera por encima de alguien o de algo en tu lista de confianzas!?—continuó el Inuzuka, sacando todo aquello que parecía haber estado guardando, y ella, dolida, lo sabía.
—¿Y qué debería haber hecho? ¿Quedarme tras tu protección mientras veía como Ayame mataba a la mitad de la gente del estadio? ¿Dejar que acabase con su vida por ser el receptáculo de aquella bestia? Entendiste eso, ¿Y entonces, por qué no entiendes lo de Juro? ¡LE LANZÁSTEIS UNA MIERDA, NABI, UNA MI-ER-DA! No me puse de su lado, ¡lo que hice fue deciros lo que yo pensaba! Estaba enfadada Nabi, tanto con él como contigo, y al menos tenía la sensación de que contigo podría solucionarlo alguna vez porque te vería por aquí.
Las últimas palabras se fueron apagando, al igual que su voz y su expresión. Comenzó a agachar la cabeza, cansada de chillar. No estaba siendo del todo justa con Nabi, pero no podía dejar de ser ella, por mucho que a él le disgustase.
—Ojalá por una vez pudiera quedarme detrás sin hacer nada y dejar que me protegieses, Nabi, ojalá pudiera simplemente ser una chica con un trabajo menos peligroso, o simplemente poder hacer que todos os lleváseis bien con un chasquido de dedos, pero no puedo Nabi, no puedo.
Sus ojos volvían a inundarse de lágrimas, y tuvo que aferrarse a la puerta pues sentía que algo dentro de ella se apagaba, pero volvió a mirar a Nabi, que ahora parecía un pequeño borrón frente a ella, y sonrió apenada.
—No puedo negarte que he sido injusta contigo, es cierto, pero yo también quería enseñaros cómo me sentía yo.
—¡Ya lo sé! —le espetó ella, zafándose del agarre que había nuevamente hecho el muchacho sobre su brazo—. Sé que siempre has estado ahí para mí, siempre, en cada momento en que lo he necesitado, ¿crees que no tengo ojos en la cara? —claro que sabía todo aquello, claro que la irritaba que él siempre pusiese su vida por delante de la de cualquier otra persona, ¡claro que sí! Por ello cada vez que él lo hacía, ella se sentía peor consigo misma. No podía dejarse proteger cuando aún había gente desprotegida a su alrededor—. ¿Esa gente nos atacó? ¿Ves? ¡Estás generalizando! ¿Juro llegó a rozarte? ¿O fueron un puñado de gilipollas que no sabían qué mierdas hacer y se lanzaron a lo loco, eh?
El color de su rostro, antes pálido; ahora enrrojecía por momentos. Respiraba de forma rápida, incapaz de contener su ira.
— Primero me dejaste tirado en el estadio para salvar a una chica de Amegakure, que más tarde no hizo más que traernos problemas, pero lo entendí, era por salvar la villa. ¡Pero lo de Juro! ¿¡Estoy siquiera por encima de alguien o de algo en tu lista de confianzas!?—continuó el Inuzuka, sacando todo aquello que parecía haber estado guardando, y ella, dolida, lo sabía.
—¿Y qué debería haber hecho? ¿Quedarme tras tu protección mientras veía como Ayame mataba a la mitad de la gente del estadio? ¿Dejar que acabase con su vida por ser el receptáculo de aquella bestia? Entendiste eso, ¿Y entonces, por qué no entiendes lo de Juro? ¡LE LANZÁSTEIS UNA MIERDA, NABI, UNA MI-ER-DA! No me puse de su lado, ¡lo que hice fue deciros lo que yo pensaba! Estaba enfadada Nabi, tanto con él como contigo, y al menos tenía la sensación de que contigo podría solucionarlo alguna vez porque te vería por aquí.
Las últimas palabras se fueron apagando, al igual que su voz y su expresión. Comenzó a agachar la cabeza, cansada de chillar. No estaba siendo del todo justa con Nabi, pero no podía dejar de ser ella, por mucho que a él le disgustase.
—Ojalá por una vez pudiera quedarme detrás sin hacer nada y dejar que me protegieses, Nabi, ojalá pudiera simplemente ser una chica con un trabajo menos peligroso, o simplemente poder hacer que todos os lleváseis bien con un chasquido de dedos, pero no puedo Nabi, no puedo.
Sus ojos volvían a inundarse de lágrimas, y tuvo que aferrarse a la puerta pues sentía que algo dentro de ella se apagaba, pero volvió a mirar a Nabi, que ahora parecía un pequeño borrón frente a ella, y sonrió apenada.
—No puedo negarte que he sido injusta contigo, es cierto, pero yo también quería enseñaros cómo me sentía yo.