26/10/2018, 23:05
Kirishima salió del cuarto de baño ante la llamada de Daruu, y cuando sus ojos dieron con la realidad del momento, el tabernero no pudo sino ahogar un grito tapándose la boca con la mano.
—Dios santo... no ha cambiado... nada —comentó, sumamente consternado por la aparición de su antiguo compañero de fechorías. Ahora muerto.
—¿Estás bien? —le preguntó Daruu.
—Es sólo que... me cuesta hacerme a la idea de que todo esto está pasando. Hacía años que no sabía nada de ninguno de los tres. ¡Había rehecho mi vida! Y ahora el pasado vuelve para torturarme.
—Pero ya ha acabado. Eres libre de ese yugo ahora.
—Y no sabes la paz que siento por ello.
Ayame intercambió el peso de una pierna a otra, incapaz de mantener la mirada fija sobre el cuerpo sin vida del asesino durante más de un par de segundos. Era curioso como no había sentido aquel resquemor con las anteriores víctimas, pero una parte de ella sabía que, al contrario que Notsu, aquello se debía a que ellos no habían sido los que le habían arrebatado la vida.
—¿Qué hacemos con el cadáver? —preguntó Daruu, volviéndose hacia Kōri.
—Llamaré al equipo forense de Amegakure para que se lo lleven —informó, y su voz sonó tan calmada y sosegada como una lámina de hielo. No parecía afectado por lo que acababa de ocurrir. Después de todo, el Jōnin les sobrepasaba con creces en aquel tipo de experiencias. Volvió el rostro hacia Kirishima, e inclinó el cuerpo en una reverencia—. Siento que hayas tenido que pasar por todo esto, Kirishima-san. Es posible que cuando lleguen te hagan algunas preguntas al respecto, pero me aseguraré de que sepan que Notsu era el asesino que estábamos buscando y les contaré también todo lo que ha ocurrido aquí. Por hoy, no abras los Kunai Cruzados. Y ahora, si no nos necesitas para nada más, deberíamos marcharnos cuanto antes para dar parte a las autoridades competentes.
—Dios santo... no ha cambiado... nada —comentó, sumamente consternado por la aparición de su antiguo compañero de fechorías. Ahora muerto.
—¿Estás bien? —le preguntó Daruu.
—Es sólo que... me cuesta hacerme a la idea de que todo esto está pasando. Hacía años que no sabía nada de ninguno de los tres. ¡Había rehecho mi vida! Y ahora el pasado vuelve para torturarme.
—Pero ya ha acabado. Eres libre de ese yugo ahora.
—Y no sabes la paz que siento por ello.
Ayame intercambió el peso de una pierna a otra, incapaz de mantener la mirada fija sobre el cuerpo sin vida del asesino durante más de un par de segundos. Era curioso como no había sentido aquel resquemor con las anteriores víctimas, pero una parte de ella sabía que, al contrario que Notsu, aquello se debía a que ellos no habían sido los que le habían arrebatado la vida.
—¿Qué hacemos con el cadáver? —preguntó Daruu, volviéndose hacia Kōri.
—Llamaré al equipo forense de Amegakure para que se lo lleven —informó, y su voz sonó tan calmada y sosegada como una lámina de hielo. No parecía afectado por lo que acababa de ocurrir. Después de todo, el Jōnin les sobrepasaba con creces en aquel tipo de experiencias. Volvió el rostro hacia Kirishima, e inclinó el cuerpo en una reverencia—. Siento que hayas tenido que pasar por todo esto, Kirishima-san. Es posible que cuando lleguen te hagan algunas preguntas al respecto, pero me aseguraré de que sepan que Notsu era el asesino que estábamos buscando y les contaré también todo lo que ha ocurrido aquí. Por hoy, no abras los Kunai Cruzados. Y ahora, si no nos necesitas para nada más, deberíamos marcharnos cuanto antes para dar parte a las autoridades competentes.