28/10/2018, 19:00
Allí yacía, inerte junto a un enorme pegamino misterioso que al menos por el momento le importaba más bien poco. Al principio, Daruu se había enfadado con las circunstancias. ¿Quién le iba a quitar las esposas ahora? Pero al ver a todos aquellos gatos, los que la abuela consideraba su familia, maullando de pena; al ver la cara de terror de Yuki, supo que había algo mucho más grave de lo que preocuparse. Quizá no para él, que sólo había conocido a Nesobo unos minutos. Pero definitivamente sí para todos aquellos mininos que lloraban su muerte.
—Yuki, yo... —comenzó Daruu—...lo siento, Yuki.
—Yuki, yo... —comenzó Daruu—...lo siento, Yuki.