28/10/2018, 23:34
(Última modificación: 7/01/2019, 16:54 por Uzumaki Eri. Editado 4 veces en total.)
Llevaba las manos en los bolsillos de su chaleco, y de su boca salía una especie de neblina blanquecina que nublaba parcialmente su visión. Llevaba el pelo recogido en su habitual moño, pero ciertos mechones caían a los lados de forma rebelde, dándole un toque algo desaliñado, pero no le importaba en lo absoluto. Llevaba días sin poder dormir bien, y francamente dudaba que si se arreglaba un poco podría hacerlo en los días posteriores.
Sacó las manos y las frotó cuando giró una de las calles y se topó con la gran torre del Edificio del Uzukage.
«Nabi...»
No podía evitar sentir pinchazos en su pecho al recordar que ya no se hablaban, ni si quiera se había topado con él desde entonces. ¿Qué estaría haciendo? Se recordaba mentalmente que debía seguir adelante, pero a veces tenía la imperiosa necesidad de ir a su casa y pedirle disculpas, decir que tenía razón y volver a ser amigos. Pero su necesidad de seguir con lo que se había autoimpuesto la detenía cada vez que abría la puerta.
Y sin embargo, se sentía como una mierda. ¿Por qué era tan difícil?
Volvió a meter las manos en los bolsillos de su chaleco. Aquel día era especialmente frío, y aunque vistiese un grueso jersey rojo en vez de llevar la túnica que de costumbre vestía y unos pantalones más cálidos, sentía como la temperatura calaba hasta sus huesos, y probablemente no era solo por el frío, sino por sentirse tan triste últimamente.
Caminó hacia el edificio y pasó por los portones, dirigiéndose a la recepción. La habían hecho llamar, así que no había razón para demorar lo inevitable.
Sacó las manos y las frotó cuando giró una de las calles y se topó con la gran torre del Edificio del Uzukage.
«Nabi...»
No podía evitar sentir pinchazos en su pecho al recordar que ya no se hablaban, ni si quiera se había topado con él desde entonces. ¿Qué estaría haciendo? Se recordaba mentalmente que debía seguir adelante, pero a veces tenía la imperiosa necesidad de ir a su casa y pedirle disculpas, decir que tenía razón y volver a ser amigos. Pero su necesidad de seguir con lo que se había autoimpuesto la detenía cada vez que abría la puerta.
Y sin embargo, se sentía como una mierda. ¿Por qué era tan difícil?
Volvió a meter las manos en los bolsillos de su chaleco. Aquel día era especialmente frío, y aunque vistiese un grueso jersey rojo en vez de llevar la túnica que de costumbre vestía y unos pantalones más cálidos, sentía como la temperatura calaba hasta sus huesos, y probablemente no era solo por el frío, sino por sentirse tan triste últimamente.
Caminó hacia el edificio y pasó por los portones, dirigiéndose a la recepción. La habían hecho llamar, así que no había razón para demorar lo inevitable.
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)