29/10/2018, 20:02
—No te preocupes, la carta se quedará sellada hasta que pueda hablar con Uzukage-sama en persona —le aseguró.
Y Ayame sonrió, agradecida. Era una sensación muy extraña la que aleteaba en su pecho: en parte excitación por el momento en el que Hanabi recibiera la carta, en parte profundo terror porque Yui o alguno de los suyos llegara a enterarse de lo que estaba haciendo. Se terminó el batido de una vez por todas y cuando el último sorbo de chocolate descendió por su garganta exhaló un suspiro de gusto.
—¡Los batidos de este sitio son geniales! —dijo, aún relamiéndose—. Hasta ahora sólo he probado un sitio donde los superen.
Y Ayame sonrió, agradecida. Era una sensación muy extraña la que aleteaba en su pecho: en parte excitación por el momento en el que Hanabi recibiera la carta, en parte profundo terror porque Yui o alguno de los suyos llegara a enterarse de lo que estaba haciendo. Se terminó el batido de una vez por todas y cuando el último sorbo de chocolate descendió por su garganta exhaló un suspiro de gusto.
—¡Los batidos de este sitio son geniales! —dijo, aún relamiéndose—. Hasta ahora sólo he probado un sitio donde los superen.