29/10/2018, 22:12
Escuchó como la puerta volvía a abrirse tras ella y se giró instintivamente para observar quién era. Su curiosa mente, sin embargo, podría haber obviado que tenía aquella fea manía de querer saber todo, pues con quien se topó no era ni más ni menos con Nabi, solo que más despeinado, más ojeroso y más... Decaído que de costumbre. No lo supo de inmediato, claro, pues la sudadera tapaba parcialmente sus ojos de color miel, fue gracias al perro de cabellera azabache que llevaba pegado tras él, cual sombra que seguía a su dueño. Su corazón parecía haber aprendido a latir aquel mismo día, pues parecía querer hacerlo todo el rato y a velocidades que desconocía que podía alcanzar. Y ella, helada, se había quedado en el sitio.
—Eri.
Saludó con una voz impropia de él. ¿Qué le ocurría? ¿Por qué aquel Nabi que se presentaba frente a ella no parecía ser el mismo Nabi que había conocido en la academia? Todavía recordaba cuando le tiró de una coleta el primer día que se conocieron... Tuvo que oprimir el sentimiento que comenzaba a invadirla para acercarse a él y preguntarle directamente qué ocurría, pues ahora no eran amigos, y probablemente él no había cambiado su opinión con respecto a nada de lo que hacía un par de semanas habían discutido.
Por eso, cuando recordó que necesitaba respirar para vivir, se removió en su sitio y decidió decir algo:
—Hola, Nabi —su voz sonó con una pizca de tristeza mezclada con su habitual tono, y se maldijo por ello. Suspiró y contuvo sus ganas de ponerse a llorar.
¿De quién era la culpa de todo esto? Pues no lo sabía, pero se juró y perjuró que mataría al culpable en cuanto lo tuviera delante, aunque fuese ella misma.
—Eri.
Saludó con una voz impropia de él. ¿Qué le ocurría? ¿Por qué aquel Nabi que se presentaba frente a ella no parecía ser el mismo Nabi que había conocido en la academia? Todavía recordaba cuando le tiró de una coleta el primer día que se conocieron... Tuvo que oprimir el sentimiento que comenzaba a invadirla para acercarse a él y preguntarle directamente qué ocurría, pues ahora no eran amigos, y probablemente él no había cambiado su opinión con respecto a nada de lo que hacía un par de semanas habían discutido.
Por eso, cuando recordó que necesitaba respirar para vivir, se removió en su sitio y decidió decir algo:
—Hola, Nabi —su voz sonó con una pizca de tristeza mezclada con su habitual tono, y se maldijo por ello. Suspiró y contuvo sus ganas de ponerse a llorar.
¿De quién era la culpa de todo esto? Pues no lo sabía, pero se juró y perjuró que mataría al culpable en cuanto lo tuviera delante, aunque fuese ella misma.
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)