30/10/2018, 00:27
La sopa y el té me ayudaron a calentar el cuerpo, pero ademas, la posada disponia de unos baños con agua calienta, que ya que había pagado aproveche. Los baños eran de dominio publico, por lo que el tatuaje de mi brazo llamó la atención, aunque nadie dijo nada. Aunque a veces las miradas decían mucho mas que las palabras. Aun así, ya estaba acostumbrado a ese tipo de cosas. Cuando terminé, me acosté esperando un nuevo día.
Por costumbré, me desperté temprano listo para entrenar, pero claro, si algo le faltaba al "Caballo congelado" era un dojo en el hotel. Eso, y que aunque llevaba encima mis armas, no tenia un bokken para entrenar. Hice lo que pude dentro de la habitación. Quizás no podía entrenar con la espada, pero si podía hacer algunas flexiones o abdominales. Cuando creí que había sido suficiente, paré. Entre la ducha que me dí después y el tiempo que hice desayunando, el sitio en el que tenia que entregar los patines ya debía estar abierto.
Tal y como pensaba, cuando llegué, el sitio estaba ya en marcha. En el mostrador había una chica de no mas de veinte años, al menos en apariencia. Tenia el pelo rubio, casi tan blanco como la nieve y los ojos de un azul tan claro como el cielo despejado. No era alta ni bajita, mas o menos de mi altura, teniendo en cuenta que yo era mas alto de lo normal. Quitando los característicos colores de su pelo y sus ojos, a simple vista, era una chica normal.
—Buenos días —Saludé —Vengo a entregar unos patines de parte de la herrería Sasaki
—Buenos días —Respondió con una sonrisa —Estábamos esperando el pedido, muchas gracias por traerlo hasta aquí.
—No es necesario que me las des, es mi deber hacer esto —Ademas, aproveche la ocasión para saciar mi curiosidad —Disculpa ignorancia, pero... ¿Puedo preguntar para que los usáis?
—¡Claro! —Respondió ilusionada —Los usamos para patinar sobre el hielo, pero si quieres, mas que decírtelo con palabras, te lo puedo enseñar. ¿Quieres verlo?
La chica parecía muy ilusionada con la idea.
Por costumbré, me desperté temprano listo para entrenar, pero claro, si algo le faltaba al "Caballo congelado" era un dojo en el hotel. Eso, y que aunque llevaba encima mis armas, no tenia un bokken para entrenar. Hice lo que pude dentro de la habitación. Quizás no podía entrenar con la espada, pero si podía hacer algunas flexiones o abdominales. Cuando creí que había sido suficiente, paré. Entre la ducha que me dí después y el tiempo que hice desayunando, el sitio en el que tenia que entregar los patines ya debía estar abierto.
Tal y como pensaba, cuando llegué, el sitio estaba ya en marcha. En el mostrador había una chica de no mas de veinte años, al menos en apariencia. Tenia el pelo rubio, casi tan blanco como la nieve y los ojos de un azul tan claro como el cielo despejado. No era alta ni bajita, mas o menos de mi altura, teniendo en cuenta que yo era mas alto de lo normal. Quitando los característicos colores de su pelo y sus ojos, a simple vista, era una chica normal.
—Buenos días —Saludé —Vengo a entregar unos patines de parte de la herrería Sasaki
—Buenos días —Respondió con una sonrisa —Estábamos esperando el pedido, muchas gracias por traerlo hasta aquí.
—No es necesario que me las des, es mi deber hacer esto —Ademas, aproveche la ocasión para saciar mi curiosidad —Disculpa ignorancia, pero... ¿Puedo preguntar para que los usáis?
—¡Claro! —Respondió ilusionada —Los usamos para patinar sobre el hielo, pero si quieres, mas que decírtelo con palabras, te lo puedo enseñar. ¿Quieres verlo?
La chica parecía muy ilusionada con la idea.