¿Alianza de Jinchūrikis?

[Uchiha Datsue]

«¡Fantástico!» Datsue tuvo que contener su júbilo para no dar un salto de alegría allí mismo. Se había internado en el País de la Tierra sin más pretensiones que hacer el tonto con una torre indestructible, y se podía volver a casa con una alianza calentita bajo el brazo. Aquella no era indestructible —el Uchiha era más que consciente de ello—, pero al menos era el principio de algo.

—Eso es, Juro, eso es. Y te garantizo que pondré a mis ninjas firmes. Basta de viejos rencores por el Chunin, y por supuesto, se acabaron las tonterías de lanzar mierda a ningún kusajin. Te doy mi palabra —«Dios, hablo como si fuese Uzukage ahora. Menos mal que ningún compatriota me oye o me fríe a palos. O la mitad de los compatriotas, más bien»—. Como también te doy mi palabra, que si alguna vez alguno de los tuyos o tú mismo tiene algún problema con un amejin, acudiremos a ayudaros. Pero no hablo solo de pequeñas disputas —incidió—. Sino de amenazas a largo plazo. ¿Qué pasa si vuelve a aparecer un bijuu? Dime tú a qué Villa le toca recibirlo. Y dime, honestamente, quién se lo quedará si aparece en el País de la Tormenta. —¿Qué Amegakure se lo iba a dar a Kusagakure, para equilibrar poderes? Eso no se lo creía ni el más iluso del mundo. Es decir, no se lo creía ni un kusareño.

»¿Tienes mano con tu Kage? ¿Puedes presentar la propuesta para hacerlo algo más… oficial? —Lo que forjasen entre ellos estaba muy bien, pero nada como el sello de ambos Kages para que verdaderamente hiciese la diferencia.