30/10/2018, 01:54
El desierto, el único lugar dónde probablemente el invierno era recibido con inusual alegría. Lluvias escasas que se antojaban cómo un mito para los habitantes del País del Viento, en contraparte a la tierra de natal dónde provenía nuestro querido Yotsuki. "Aunque el aire sigue estando algo seco en este sitio." No eran copiosos chubascos, pero al menos los secos riachuelos fluían nuevamente hasta que las nubes se marchasen una vez más.
—Muchachito, ¿qué eres tú para Shishio exáctamente?— Interrumpió una voz, proveniente de un señor ya avanzado de edad montando en el caballo que arrastraba la carreta en la que iba montando el joven de Amegakure.
—Tsk— Chasqueó la lengua ante la incomodidad que le generaba la curiosidad del cochero. —Soy su recadero— mintió —¿Por qué la pregunta?— le devolvió la incógnita mientras se ajustaba la larga capa de viaje de color crema que llevaba para el viaje.
—Eres muy joven, ¿por qué Shishio no vino personalmente este año?— Insistió nuevamente el anciano.
—El viejo ya está muy viejo, valga la redundancia— Se quitó la pedrada mientras movía la mano para restarle importancia.
El conductor suspiró mientras halaba las riendas de su corcel para que este apremiara el galope, estando a las entradas de uno de los tantos poblados qué habitaban aquel mar de arena.
"¿Qué negocios tienes en este lugar, abuelo?" Varias imágenes inundaron entonces su mente.
—Rōga, tengo un encargo de extrema importancia para ti.
—¿Huh? ¿Es una misión?, por qué si no es así no me interesa. Ya he perdido demasiado tiempo en mis últimos viajes al País de la Tierra.
—Has desperdiciado el tiempo porque has querido, tu padre te ha malcriado y por ello no tienes una mínima pizca de responsabilidad. Pero esto se acaba hoy, porque si me fallas te juró que haré que lo lamentes—. Amenazó con especial énfasis.
—¿P-pe-ero qué mosco t-te picó abuelo?— Dijo con la voz algo temblorosa, pues era distinto a todas las veces qué le regañó con anterioridad. El anciano tenía un semblante sumamente solemne.
—Escucha: Debes ir al País del Viento en búsqueda de una ciudad llamada Shirotora, este es un mapa de la zona—. Le lanzó un pergamino entre las manos. —En esa ciudad vive un conocido mío, su nombre es Reisei Kawaraga. Quiero que lo encuentres y qué le des este viejo mapa, además de qué le des mis disculpas por no ir a verlo personalmente cómo acordamos. Una vez lo encuentres, él será el encargado de darte las instrucciones de lo que debes hacer—. Remató mientras escondía sus brazos dentro de sus mangas.
—Oye, ¿crees que puedes mandarme a lugar más inhóspito del planeta así cómo así sin saber para qué?— Se quejó con desaprobación.
—Cállate, además es mejor que no lo sepas. Quiero además que evites mencionar que eres mi nieto.
—Me esperaba que dijeses "qué eres shinobi" al final de la oración. No pensé que tú fueras de los que traman cosas a espaldas de los demás.
—No curiosees, niño, tiempo al tiempo. Además, tienes la mala costumbre de fanfarronear y montar escándalo. Si no quieres decir que eres un ninja de Amegakure, no lo hagas, pero es mucho más importante que no sepan tú apellido. ¿Correcto?— Lanzó una última mirada fulminante.
—Relájate viejo, yo me encargo....
"Parece que el anciano se labró reputación en este sitio y me toca averiguar porqué"
Al entrar a la ciudad se percató de qué más que una población común, ese sitio era un inmenso mercado. Muchos puestos ofrecían desde comidas, textiles, artesanías, materias primas para forja, etc. ¡Incluso no faltaba un puesto de chamanismo y menjurges mágicos! Sin duda era un conglomerado bastante activo, aunque tampoco faltaban las miradas recelosas provenientes de grupitos aislados en algún rincón. "Cuchicheos mezclados con la propaganda, este sitio tiene planta de ser interesante." Sonrió con determinación.
—Aquí es la parada— Anunció el conductor mientras se frenaba frente a lo que parecía ser un hotel construido de madera. —Mándale saludos al señor King de mi parte, ¿sí?— Dijo con una tímida mueca.
—Delo por hecho— respondió mientras se bajaba de un salto, además de llevarse una pesada mochila al hombre. —¡Qué le vaya bien y gracias por traerme!— Se despidió mientras agitaba efusivamente la mano. —Supongo que aquí pasaré lo que resta de la tarde antes de que anochezca— Se dijo a sí mismo mientras entraba al lugar.
Dentro, la música daba la bienvenida a todos los hombres y mujeres que deseaban disfrutar de una buena comida o bebida. Algunos vestidos con turbantes, otros a sombrero y pañuelos, algunos tantos con largas capas al igual qué el Yotsuki. Muchas culturas confluían en aquella ciudad. "Demonios, este sitio es mejor qué cualquier aburrida montaña del País de la Tierra. De haber sabido venía aquí primero. Cómo sea, mejor me acoplo al ritmo." Se dijo mientras buscaba asiento.
No portaba la bandana ni el portaobjetos a la vista, sino que iban guardados en la mochila. No le preocupaba, pues no creía necesitarlos para un encargo tan simple.
—¡Damas y caballeros! ¡Es hora de dar inicio a nuestro evento musical de fin de semana!— Se asomó un hombre en una pequeña tarima a la par de la barra de bebidas. —Recuerden que cualquiera puede participar media tocando alguna melodía o entonando alguna canción. Sin más que añadir, ¡hora de divertirse!— Gritó mientras el público presente aplaudía.
Muchas personas pasaban al frente con ilusión, aunque no todos eran unos músicos expertos. Claramente todos eran unos aficionados, pero eso no les impedía pasar un buen rato con sus interpretaciones que por momentos causaban la risa o el asombro de los presentes. Desde clarinetes, órganos y violines, hubo muchas demostraciones acompañados de palmas que animaban a el ambiente. "¡No voy a dejar que la fiesta siga sin mí!" Se decidió a subir al escenario mientras tomaba una guitarra. "Lástima que no es la mía, pero con esta bastará." Se dijo mientras tiraba su capa antes de dar un salto al pequeño escenario.
—¡Qué no paré la música!— anunció ante la expectativas de los presentes.
Dispuesto a animar el ambiente tomó el instrumento en sus manos, respirando hondo antes de tocar. Un inicio melódico y casi melancólico, fue continuado por una tonada fuerte y sonora. Al inicio su forma de rasgar la guitarra confundió a muchos de los presentes, siendo que el sonido qué generaba era mucho más intenso de lo habitual. Sin embargo, el ritmo acelerado le gustó a algunos qué quisieron ponerse de pié para bailar aquella melodía.
—Oh yeah~ Quizás no a todos les gustase, pero él era feliz media vez las luces estuvieran posándose sobre él.
—Muchachito, ¿qué eres tú para Shishio exáctamente?— Interrumpió una voz, proveniente de un señor ya avanzado de edad montando en el caballo que arrastraba la carreta en la que iba montando el joven de Amegakure.
—Tsk— Chasqueó la lengua ante la incomodidad que le generaba la curiosidad del cochero. —Soy su recadero— mintió —¿Por qué la pregunta?— le devolvió la incógnita mientras se ajustaba la larga capa de viaje de color crema que llevaba para el viaje.
—Eres muy joven, ¿por qué Shishio no vino personalmente este año?— Insistió nuevamente el anciano.
—El viejo ya está muy viejo, valga la redundancia— Se quitó la pedrada mientras movía la mano para restarle importancia.
El conductor suspiró mientras halaba las riendas de su corcel para que este apremiara el galope, estando a las entradas de uno de los tantos poblados qué habitaban aquel mar de arena.
"¿Qué negocios tienes en este lugar, abuelo?" Varias imágenes inundaron entonces su mente.
Días antes...
—Rōga, tengo un encargo de extrema importancia para ti.
—¿Huh? ¿Es una misión?, por qué si no es así no me interesa. Ya he perdido demasiado tiempo en mis últimos viajes al País de la Tierra.
—Has desperdiciado el tiempo porque has querido, tu padre te ha malcriado y por ello no tienes una mínima pizca de responsabilidad. Pero esto se acaba hoy, porque si me fallas te juró que haré que lo lamentes—. Amenazó con especial énfasis.
—¿P-pe-ero qué mosco t-te picó abuelo?— Dijo con la voz algo temblorosa, pues era distinto a todas las veces qué le regañó con anterioridad. El anciano tenía un semblante sumamente solemne.
—Escucha: Debes ir al País del Viento en búsqueda de una ciudad llamada Shirotora, este es un mapa de la zona—. Le lanzó un pergamino entre las manos. —En esa ciudad vive un conocido mío, su nombre es Reisei Kawaraga. Quiero que lo encuentres y qué le des este viejo mapa, además de qué le des mis disculpas por no ir a verlo personalmente cómo acordamos. Una vez lo encuentres, él será el encargado de darte las instrucciones de lo que debes hacer—. Remató mientras escondía sus brazos dentro de sus mangas.
—Oye, ¿crees que puedes mandarme a lugar más inhóspito del planeta así cómo así sin saber para qué?— Se quejó con desaprobación.
—Cállate, además es mejor que no lo sepas. Quiero además que evites mencionar que eres mi nieto.
—Me esperaba que dijeses "qué eres shinobi" al final de la oración. No pensé que tú fueras de los que traman cosas a espaldas de los demás.
—No curiosees, niño, tiempo al tiempo. Además, tienes la mala costumbre de fanfarronear y montar escándalo. Si no quieres decir que eres un ninja de Amegakure, no lo hagas, pero es mucho más importante que no sepan tú apellido. ¿Correcto?— Lanzó una última mirada fulminante.
—Relájate viejo, yo me encargo....
... Actualmente
"Parece que el anciano se labró reputación en este sitio y me toca averiguar porqué"
Al entrar a la ciudad se percató de qué más que una población común, ese sitio era un inmenso mercado. Muchos puestos ofrecían desde comidas, textiles, artesanías, materias primas para forja, etc. ¡Incluso no faltaba un puesto de chamanismo y menjurges mágicos! Sin duda era un conglomerado bastante activo, aunque tampoco faltaban las miradas recelosas provenientes de grupitos aislados en algún rincón. "Cuchicheos mezclados con la propaganda, este sitio tiene planta de ser interesante." Sonrió con determinación.
—Aquí es la parada— Anunció el conductor mientras se frenaba frente a lo que parecía ser un hotel construido de madera. —Mándale saludos al señor King de mi parte, ¿sí?— Dijo con una tímida mueca.
—Delo por hecho— respondió mientras se bajaba de un salto, además de llevarse una pesada mochila al hombre. —¡Qué le vaya bien y gracias por traerme!— Se despidió mientras agitaba efusivamente la mano. —Supongo que aquí pasaré lo que resta de la tarde antes de que anochezca— Se dijo a sí mismo mientras entraba al lugar.
Dentro, la música daba la bienvenida a todos los hombres y mujeres que deseaban disfrutar de una buena comida o bebida. Algunos vestidos con turbantes, otros a sombrero y pañuelos, algunos tantos con largas capas al igual qué el Yotsuki. Muchas culturas confluían en aquella ciudad. "Demonios, este sitio es mejor qué cualquier aburrida montaña del País de la Tierra. De haber sabido venía aquí primero. Cómo sea, mejor me acoplo al ritmo." Se dijo mientras buscaba asiento.
No portaba la bandana ni el portaobjetos a la vista, sino que iban guardados en la mochila. No le preocupaba, pues no creía necesitarlos para un encargo tan simple.
—¡Damas y caballeros! ¡Es hora de dar inicio a nuestro evento musical de fin de semana!— Se asomó un hombre en una pequeña tarima a la par de la barra de bebidas. —Recuerden que cualquiera puede participar media tocando alguna melodía o entonando alguna canción. Sin más que añadir, ¡hora de divertirse!— Gritó mientras el público presente aplaudía.
Muchas personas pasaban al frente con ilusión, aunque no todos eran unos músicos expertos. Claramente todos eran unos aficionados, pero eso no les impedía pasar un buen rato con sus interpretaciones que por momentos causaban la risa o el asombro de los presentes. Desde clarinetes, órganos y violines, hubo muchas demostraciones acompañados de palmas que animaban a el ambiente. "¡No voy a dejar que la fiesta siga sin mí!" Se decidió a subir al escenario mientras tomaba una guitarra. "Lástima que no es la mía, pero con esta bastará." Se dijo mientras tiraba su capa antes de dar un salto al pequeño escenario.
—¡Qué no paré la música!— anunció ante la expectativas de los presentes.
Dispuesto a animar el ambiente tomó el instrumento en sus manos, respirando hondo antes de tocar. Un inicio melódico y casi melancólico, fue continuado por una tonada fuerte y sonora. Al inicio su forma de rasgar la guitarra confundió a muchos de los presentes, siendo que el sonido qué generaba era mucho más intenso de lo habitual. Sin embargo, el ritmo acelerado le gustó a algunos qué quisieron ponerse de pié para bailar aquella melodía.
—Oh yeah~ Quizás no a todos les gustase, pero él era feliz media vez las luces estuvieran posándose sobre él.