30/10/2018, 02:52
El Kaguya percibió, casi al unísono de que rebatía su respuesta, de que Hauru había dejado de escuchar luego de aquel fatídico no puedo. Los ojos del joven Inuzuka se volvieron vidriosos, y algo en su pecho comenzó a brillar a la par de que esos rasgos que ya bien conocía Riko fueron haciéndose cada vez más evidentes. La espalda de Hauru se atrofió y una especie de joroba emergió de ella. Sus codos se alzaron, para luego obligarlo a ponerse en cuatro patas.
Babeaba de la rabia, a borbotones.
—Cómo qu- quee... cómo que no conoces tuss..... tuuuuuus habilidades. Tú... tú, te voy a matar. Tótem... necesito un tótem..
Lo que fuera que estaba poseyendo a Hauru, ahora le obligaba a avanzar. Muy lentamente, a paso tambaleante como el de un cervatillo recién nacido.
Babeaba de la rabia, a borbotones.
—Cómo qu- quee... cómo que no conoces tuss..... tuuuuuus habilidades. Tú... tú, te voy a matar. Tótem... necesito un tótem..
Lo que fuera que estaba poseyendo a Hauru, ahora le obligaba a avanzar. Muy lentamente, a paso tambaleante como el de un cervatillo recién nacido.