2/11/2018, 20:02
Finalmente, Kaido despertó después de lo que fue un sueño renovador. De esas siestas que te rejuvenecen diez años. Y es que aunque Kaido tuviese tan solo quince recién cumplidos, había estado viviendo su vida a máxima velocidad. Él, y todos los ninja de su generación, con lo cual no era solo una mera casualidad. Ellos estaban destinados a cambiar las cosas en Onindo. Y Kaido, en particular, tenía que empezar por extirpar un cáncer que tenía años esparciéndose por el mundo ninja. Uno llamado Dragón Rojo. Y para eso, tenía que dejar los juegos de niños con los kusareños y abandonar los Parajes del Bambú cuanto antes.
Su destino ... Kaminari no Kuni,
Su objetivo ... Hōzuki Shaneji,
Fue un cambio súbito de clima el que le azotó una vez dejó atrás las grandes siembras de arroz que se vio obligado a atravesar para llegar hasta la frontera con el país del Rayo. Le había tomado un día y medio, más o menos, en llegar hasta allí; con lo cual está de más decir que el escualo estaba exhausto. Mas ninguna recompensa era bienvenida sin su respectivo sacrificio, y el de él había sido cuajarse medio país a pata. Poca cosa no era, desde luego.
Vislumbró el horizonte despejado, solitario como la gran sabana que era. Sin grandes bambúes perturbando la vista, sino un mar de formaciones rocosas y llano por doquier.
«Aquí empieza tu jodido viaje»
Su destino ... Kaminari no Kuni,
Su objetivo ... Hōzuki Shaneji,
Su misión
Acabar con todos ellos y extinguir la flama, que debió apagarse tiempo atrás.
Acabar con todos ellos y extinguir la flama, que debió apagarse tiempo atrás.
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Fue un cambio súbito de clima el que le azotó una vez dejó atrás las grandes siembras de arroz que se vio obligado a atravesar para llegar hasta la frontera con el país del Rayo. Le había tomado un día y medio, más o menos, en llegar hasta allí; con lo cual está de más decir que el escualo estaba exhausto. Mas ninguna recompensa era bienvenida sin su respectivo sacrificio, y el de él había sido cuajarse medio país a pata. Poca cosa no era, desde luego.
Vislumbró el horizonte despejado, solitario como la gran sabana que era. Sin grandes bambúes perturbando la vista, sino un mar de formaciones rocosas y llano por doquier.
«Aquí empieza tu jodido viaje»