2/11/2018, 21:06
Yugakure. Había oído historias de aquella pequeña aldea, que no por ello carecía de renombre. La Villa de las aguas Termales, un santuario para los arrojados que decidían visitar aquel País, que alguna vez supuso ser cuna de una de las grandes naciones ninja de antaño. Ahora era sólo un cubil para turistas. Y por qué no, el refugio de algún malhechor.
Era cierto. Kaido tenía frente a sí un mar de posibilidades, y una más probable que la otra. Shaneji podría estar en cualquier parte —o no estarlo, lo cual también era una posibilidad— de la Villa. ¿En dónde empezar a buscar? ¿cómo encontrarlo?
Para ello, Kaido tendría que recurrir a la información aprendida del pergamino. Una que le permitió entender quién podía ser Shaneji, su carácter, su apariencia, y por sobre todo, importantes detalles acerca de sus andanzas. Era un ladrón, un vividor, un tipo de los bajos fondos. Uno que no podía codearse con la alta alcurnia sin morderle el pescuezo a alguno de esos perros adinerados. No, a él se le iba a encontrar allí donde se cuecen las malas juntas. En el tugurio de mala muerte que tiene toda ciudad, sin excepción, donde los rechazados de la sociedad se juntan para compartir una copa, una puta y se juegan la paga del mes en una mesa de dados trucados.
Pero su plan no tenía que parecer premeditado. Era importante hacer énfasis en que Kaido no sabía quién cojones era Shaneji. Así que era Shaneji el que, técnicamente, tenía que encontrarle a él. Y por su apariencia eso no iba a ser difícil. No si se aparecía en los lugares correctos, y dejándose ver por las personas adecuadas.
Lo primero que hizo fue dirigirse a alguna posada. Ese era su primer paso.
Era cierto. Kaido tenía frente a sí un mar de posibilidades, y una más probable que la otra. Shaneji podría estar en cualquier parte —o no estarlo, lo cual también era una posibilidad— de la Villa. ¿En dónde empezar a buscar? ¿cómo encontrarlo?
Para ello, Kaido tendría que recurrir a la información aprendida del pergamino. Una que le permitió entender quién podía ser Shaneji, su carácter, su apariencia, y por sobre todo, importantes detalles acerca de sus andanzas. Era un ladrón, un vividor, un tipo de los bajos fondos. Uno que no podía codearse con la alta alcurnia sin morderle el pescuezo a alguno de esos perros adinerados. No, a él se le iba a encontrar allí donde se cuecen las malas juntas. En el tugurio de mala muerte que tiene toda ciudad, sin excepción, donde los rechazados de la sociedad se juntan para compartir una copa, una puta y se juegan la paga del mes en una mesa de dados trucados.
Pero su plan no tenía que parecer premeditado. Era importante hacer énfasis en que Kaido no sabía quién cojones era Shaneji. Así que era Shaneji el que, técnicamente, tenía que encontrarle a él. Y por su apariencia eso no iba a ser difícil. No si se aparecía en los lugares correctos, y dejándose ver por las personas adecuadas.
Lo primero que hizo fue dirigirse a alguna posada. Ese era su primer paso.