2/11/2018, 21:13
Quizás, si hubiese pensado en contar antes una mentira piadosa, él le habría escuchado.
Cuando aún era él, por supuesto. Pero algo ya hacía mella en su raciocinio. Hauru no oía. Sólo veía. Y no veía a Riko, sino que veía a una presa.
—¡¡¡TóTEEEEEEEEmmm!!!
Un sprint empoderado por los efectos del sello, que brillaba al ras de su cuello. Uno idéntico al que Yaban le mostró antes. Pero activo, y sin cábala que lo detuviera. El Inuzuka salió disparado hacia Riko, cabalgando los instintos más primitivos de una bestia. Y le fue a meter un garrazo digno de un oso más que de un humano en toda la cara. A matar.
Cuando aún era él, por supuesto. Pero algo ya hacía mella en su raciocinio. Hauru no oía. Sólo veía. Y no veía a Riko, sino que veía a una presa.
—¡¡¡TóTEEEEEEEEmmm!!!
Un sprint empoderado por los efectos del sello, que brillaba al ras de su cuello. Uno idéntico al que Yaban le mostró antes. Pero activo, y sin cábala que lo detuviera. El Inuzuka salió disparado hacia Riko, cabalgando los instintos más primitivos de una bestia. Y le fue a meter un garrazo digno de un oso más que de un humano en toda la cara. A matar.