2/11/2018, 22:52
Que una posada de mala muerte tuviera un nombre que le hacía demasiado honor era, dentro de todo, normal. Con algo tenían que atraer a la clientela, y nada mejor que un buen cartel de neón —que en Amegakure era un arte para pescar gente si se tenía el aviso más llamativo e incandescente de la cuadra— para hacerse de unos cuantos pavos.
Y hablando de esos. Kaido estaba quedándose sin ellos. Ahora recordaba que había abandonado Amegakure con tan solo míseros setecientos ryō. Mal había hecho en no pedirle un préstamo a Yui para costearse la vida ahí afuera. Supuso que, tal vez, tener que rascarse el bolsillo haría de su tapadera algo más creíble.
«Bien, veamos primero qué es lo que se cuece por aquí y empecemos a tirar del hiladillo de caña a ver quién pica. Ya me ocuparé luego de la pasta»
Se acercó hasta quienfuera el dependiente y le habló.
—Eh, tú, ¿tienes cuarto disponible?
Y hablando de esos. Kaido estaba quedándose sin ellos. Ahora recordaba que había abandonado Amegakure con tan solo míseros setecientos ryō. Mal había hecho en no pedirle un préstamo a Yui para costearse la vida ahí afuera. Supuso que, tal vez, tener que rascarse el bolsillo haría de su tapadera algo más creíble.
«Bien, veamos primero qué es lo que se cuece por aquí y empecemos a tirar del hiladillo de caña a ver quién pica. Ya me ocuparé luego de la pasta»
Se acercó hasta quienfuera el dependiente y le habló.
—Eh, tú, ¿tienes cuarto disponible?