3/11/2018, 03:27
Riko podría observar que Homura ya no se encontraba en la mesa donde estaba inicialmente, sino que ahora se encontraba cerca del escenario, platicando con el muchacho de la balada triste. En cuanto dejaron de hablar la pelirroja pareció dirigirse al interior del hotel por una puerta cercana a la barra dónde estaban sentados los tres shinobis. Por su parte, aquel muchacho alto que vestía en colores fríos subió por las escaleras que daban a las habitaciones de los huéspedes en los pisos superiores del recinto.
—Men, que triste y viejo sonaste así—. Bromeó el Yotsuki con una sonrisa de complicidad en su rostro al escuchar el brindis sin trago del Uchiha.
Mientras Riko y Datsue continuaban con su charla reapareció nuevamente la tabernera con charola en mano, portando la orden de cada uno de los jóvenes.
—Aquí está, el tequila especial añejo de Shirotora en las rocas, orgullo de nuestra tierra— Le sirvió un vaso de un octavo con unos cuantos cubos de hielo. —Y para ti un batido de leche y frutas— Anunció sirviendo la copa grande con una pajilla. —Que lo disfruten— se retiró para continuar con sus labores.
Mientras, se reanudaba el espectáculo musical. Esta vez no era uno sino varios amigos quienes se apropiaron de distintos instrumentos para interpretar una sola. Acompañados de chasquidos de dedos, llevaban un ritmo alegre pero con una letra oscura. La historia de un pecador, quién había hecho un pacto con un ser demoníaco y ahora debía pagar el precio por sus acciones. El vocalista principal recitaba aquella lírica mientras sus compañeros le coreaban con sus voces al unísono. Una de tantas historias de mala muerte que podían contarse entre los habitantes del desierto.
—Supongo que cualquier cosa vale para divertirse~
—Men, que triste y viejo sonaste así—. Bromeó el Yotsuki con una sonrisa de complicidad en su rostro al escuchar el brindis sin trago del Uchiha.
Mientras Riko y Datsue continuaban con su charla reapareció nuevamente la tabernera con charola en mano, portando la orden de cada uno de los jóvenes.
—Aquí está, el tequila especial añejo de Shirotora en las rocas, orgullo de nuestra tierra— Le sirvió un vaso de un octavo con unos cuantos cubos de hielo. —Y para ti un batido de leche y frutas— Anunció sirviendo la copa grande con una pajilla. —Que lo disfruten— se retiró para continuar con sus labores.
Mientras, se reanudaba el espectáculo musical. Esta vez no era uno sino varios amigos quienes se apropiaron de distintos instrumentos para interpretar una sola. Acompañados de chasquidos de dedos, llevaban un ritmo alegre pero con una letra oscura. La historia de un pecador, quién había hecho un pacto con un ser demoníaco y ahora debía pagar el precio por sus acciones. El vocalista principal recitaba aquella lírica mientras sus compañeros le coreaban con sus voces al unísono. Una de tantas historias de mala muerte que podían contarse entre los habitantes del desierto.
—Supongo que cualquier cosa vale para divertirse~