3/11/2018, 17:53
—El Tiburón, ¿hmm? Pues ten cuidado con estas aguas, Tiburón. Que no te engañe su superficie plana y tranquila. Hay fuertes corrientes si te sumerges demasiado.
—Lo tendré en cuenta.
Finalmente, después de estar por un par de minutos tras las bambalinas, el nórdico volvió con un mapa de Yugakure. En él estaba señalizado el local del que habían estado hablando y así también el nombre de la persona por la que debía preguntar una vez fuera. Tomó nota mental también cuando Bjowl le advirtió acerca de los horarios de esa gente mientras se doblaba el mapa y lo guardaba en un lugar seguro.
—Pues habrá que ir yendo, ¿no?
Una última mirada furtiva, y luego se dio vuelta; a la espera de que le indicaran cuál era su habitación y le dieran la llave. Necesitaba ultimar unos últimos arreglos antes de arrojarse de lleno a esas aguas de las que hablaba Bjowl.
Convencido de ser un simple turista, Kaido nadó a lo largo y ancho de la Villa de las Aguas Termales para poder encontrar el establecimiento. Vestía tan ordinario como de costumbre, aunque en ésta ocasión su camiseta no carecía de mangas y sí del rayado típico empastado de color rojo.
Ahora era un simple conjunto anacrónico, cómodo y fresco para el clima de la temporada. El cabello lo llevaba recogido en una cola baja que unía las puntas al ras de su espalda.
Una vez estuviera en el sitio indicado, le pegaría un buen repaso a ojo crítico desde el exterior. De cómo era la fachada, posibles entradas y salidas. Si estaba atiborrado de clientes, o no. Esos detalles de importancia cuando vas a meter las narices en sitios donde nadie te ha llamado. Si consideraba que no había algún peligro inminente para su subterfugio, ingresaría para tantear terreno desde dentro. Y así encontrar la forma de dar con ese hombre, con Mutsuku.
—Lo tendré en cuenta.
Finalmente, después de estar por un par de minutos tras las bambalinas, el nórdico volvió con un mapa de Yugakure. En él estaba señalizado el local del que habían estado hablando y así también el nombre de la persona por la que debía preguntar una vez fuera. Tomó nota mental también cuando Bjowl le advirtió acerca de los horarios de esa gente mientras se doblaba el mapa y lo guardaba en un lugar seguro.
—Pues habrá que ir yendo, ¿no?
Una última mirada furtiva, y luego se dio vuelta; a la espera de que le indicaran cuál era su habitación y le dieran la llave. Necesitaba ultimar unos últimos arreglos antes de arrojarse de lleno a esas aguas de las que hablaba Bjowl.
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Convencido de ser un simple turista, Kaido nadó a lo largo y ancho de la Villa de las Aguas Termales para poder encontrar el establecimiento. Vestía tan ordinario como de costumbre, aunque en ésta ocasión su camiseta no carecía de mangas y sí del rayado típico empastado de color rojo.
Ahora era un simple conjunto anacrónico, cómodo y fresco para el clima de la temporada. El cabello lo llevaba recogido en una cola baja que unía las puntas al ras de su espalda.
Una vez estuviera en el sitio indicado, le pegaría un buen repaso a ojo crítico desde el exterior. De cómo era la fachada, posibles entradas y salidas. Si estaba atiborrado de clientes, o no. Esos detalles de importancia cuando vas a meter las narices en sitios donde nadie te ha llamado. Si consideraba que no había algún peligro inminente para su subterfugio, ingresaría para tantear terreno desde dentro. Y así encontrar la forma de dar con ese hombre, con Mutsuku.