3/11/2018, 18:29
Los pasos de Kaido le condujeron a las afueras de la Villa, alejado de las calles principales y la aglomeración de edificios. Subió por un camino de tierra, donde no había más que hierba y matorrales, hasta el lomo de una colina. Allí, rodeada por la naturaleza, se encontraba el baño termal que Bjowl le había mencionado:
Era un gran edificio de piedra, con una fachada que parecía la entrada a un castillo, con un enorme portalón rojo custodiado por dos gorilas. Las ventanas estaban cubiertas por rejas metálicas, impidiendo la entrada —y salida— del ladronzuelo de poca monta. Pero su propiedad no se limitaba al edificio, sino que se extendía más allá de él, a su espalda. Un gran terreno compuesto por baños termales, y totalmente ocultos al exterior gracias a los altos muros de bambú que les rodeaban.
No parecía haber más entradas que la principal, aunque para un ninja como Kaido, aquello no era un problema. Las altas vallas de bambú podrían ser un impedimento para cualquier civil, pero tan solo se trataba de un pequeño obstáculo para el ninja medio. Si bien, en su rápida inspección, el Tiburón se fijó en un pequeño detalle: sobre las vallas de bambú había pegados unos pocos sellos con el kanji Prohibido inscritos en ellos. Además, por mucho que pegase el oído, nada oía procedente del interior.
Y no es que estuviese vacío. En la entrada se acumulaba una serie variopinta de personas, que iban pasando de uno en uno después de recibir el visto bueno por uno de los guardias. Había bastantes más hombres que mujeres, y la mayoría tenía pinta de extranjeros. Eso sí, no parecía haber ninguna familia, al contrario de lo que sucedía en el resto de baños termales de la aldea. Más bien eran grupos de amigos o amigas, o individuos solitarios, sin ningún niño. Sin ningún menor de edad.
«Nube de Oro»
Era un gran edificio de piedra, con una fachada que parecía la entrada a un castillo, con un enorme portalón rojo custodiado por dos gorilas. Las ventanas estaban cubiertas por rejas metálicas, impidiendo la entrada —y salida— del ladronzuelo de poca monta. Pero su propiedad no se limitaba al edificio, sino que se extendía más allá de él, a su espalda. Un gran terreno compuesto por baños termales, y totalmente ocultos al exterior gracias a los altos muros de bambú que les rodeaban.
No parecía haber más entradas que la principal, aunque para un ninja como Kaido, aquello no era un problema. Las altas vallas de bambú podrían ser un impedimento para cualquier civil, pero tan solo se trataba de un pequeño obstáculo para el ninja medio. Si bien, en su rápida inspección, el Tiburón se fijó en un pequeño detalle: sobre las vallas de bambú había pegados unos pocos sellos con el kanji Prohibido inscritos en ellos. Además, por mucho que pegase el oído, nada oía procedente del interior.
Y no es que estuviese vacío. En la entrada se acumulaba una serie variopinta de personas, que iban pasando de uno en uno después de recibir el visto bueno por uno de los guardias. Había bastantes más hombres que mujeres, y la mayoría tenía pinta de extranjeros. Eso sí, no parecía haber ninguna familia, al contrario de lo que sucedía en el resto de baños termales de la aldea. Más bien eran grupos de amigos o amigas, o individuos solitarios, sin ningún niño. Sin ningún menor de edad.