El mito del oeste

[Uchiha Datsue]

—Tranqui, no pasa nada, tendrá que atender algún asunto del hotel o algo.

—¿Cómo? ¿Trabaja aquí? —¡Pues ya podía pedirle que le hiciesen un descuentillo! ¡Porque menudos precios!

La conversación siguió su curso, fluyendo inevitablemente al mar de la música. El joven negó las palabras de Datsue, asegurando que él respetaba todos los estilos de música. Al Uchiha no le quedó más remedio que asentir, sin encontrar ningún punto débil en sus argumentos.

Tomó la copa que le habían dado, y se debatió por unos instantes en si debía darle otro sorbo o no. «Mejor esperar un poco… Ya viste lo cargado que está». Distraído, no se dio cuenta de los tres nuevos invitados hasta que se pusieron a la barra. Notó cierta tensión en la encargada al mencionar el nombre de uno, y el tal Bāndo, que parecía tener ansias por hacerse notar, pidió un octavo de tequila. Entonces sus ojos se desviaron hacia ellos y…

—¿Desde cuando dejan entrar niños? Joder, esto le va a bajar la reputación al negocio, te lo digo de buena fe.

—No más que dejar entrar a un payaso. —Cuando pensó en las consecuencias de sus palabras, ya era demasiado tarde. Su lengua siempre actuaba por libre. Tomó, ahora sí, lo necesitaba, un sorbo de su licor y…

… y mandó a tomar por culo las consecuencias. ¿No era él un Hermano del Desierto? ¿Matakages en los ratos libres? ¿Devorabijuudamas? Pues al cuerno con aquel matón de poca monta y todo aquel que le hablase mal. A partir de ahora, Datsue el Intrépido no volvería a morderse la lengua por miedo.