4/11/2018, 00:52
"¿¡De verdad planea lo que estoy pensando!?" Se alarmó en sobremanera cuando le vio desenfundar su katana al shinobi de la Espiral. "Mierda, esto es pasarse de la raya." Se acabó andar en plan calmado. Debía intervenir antes de que una tragedia se diera en ese lugar.
Un grito agudo, el sonido de una cuerda de guitarra romperse, una tecla de pianola fuera de lugar. La petición de Riko llegó demasiado tarde pues todos los presentes se alarmaron al ver las armas en las manos de los que estaban cerca de la barra. Una señora parecía tener un subidón de azúcar mientras algunos trataban de caminar torpemente mientras se tropezaban al tratar de llegar a la salida.
—¡Oigan, ya bájenle!— Se acercó desde la posición contraria a Riko, observando tanto a Bāndo como a Datsue, centrando su vista especialmente en este último dada la coloración carmesí en sus ojos. "¿Qué mierdas tiene en los ojos?, ¿será lo que llaman dōjutsu?" A esas alturas ya le quedaba claro que él era el afamado Uchiha que le mencionaron, siendo que seguramente su compañero probablemente era también otro shinobi del Remolino. Fuese lo que fuese, iban bastante en serio los dos. Algo le decía que el nivel de peligrosidad en el ambiente era mayor a lo que aparentaba a simple vista. "No quiero ningún muerto aquí, por muy imbécil que sea este tipejo." Estaba totalmente en contra de un derramamiento de sangre.
—Por favor, esto no tiene que pasar a mayores. De verdad, tranquilícense y actúen cómo la gente madura, sea la madre—. Le dijo el comal a la olla.
—Lindo juguete, necesito uno de esos—. Sonrió mientras una una gota de sudor resbalaba por su costado. Bāndo no era tonto. Siendo tonto no vivirías mucho en el negocio. Aquella espada era típica de un shinobi y él estaba consciente de ello. Un mal paso y quizás estaba muerto, por lo que debía aumentar la distancia. Con un movimiento ágil, saltó hacia atrás mientras lanzaba las navajas de su mano derecha, las cuales se dirigieron directamente al entrecejo de Datsue. Fue tan rápido, que Riko y Rōga serían incapaces de reaccionar, caso distinto los ojos del Uchiha.
—¡NOOOOOO!— Gritó la cantinera.
Mientras se desarrollaba la acción, el sonido de pisadas bajando a toda velocidad por las escaleras se hizo notorio. Un muchacho que rondaba por encima de los veintes y con cabellos de fuego se hizo presente a la escena.
—¿¡Señorito Utage!?— Señaló la mujer anciana con voz acongojada.
—DETÉNGANSE AHORA— Imperó, aunque su voz no reflejaba la misma presencia que su tono. Vestía una camisa a cuadros, pantalón azul y zapatos formales de cuero café. Sus ojos marrones, quizás serían familiares para Riko.
Un grito agudo, el sonido de una cuerda de guitarra romperse, una tecla de pianola fuera de lugar. La petición de Riko llegó demasiado tarde pues todos los presentes se alarmaron al ver las armas en las manos de los que estaban cerca de la barra. Una señora parecía tener un subidón de azúcar mientras algunos trataban de caminar torpemente mientras se tropezaban al tratar de llegar a la salida.
—¡Oigan, ya bájenle!— Se acercó desde la posición contraria a Riko, observando tanto a Bāndo como a Datsue, centrando su vista especialmente en este último dada la coloración carmesí en sus ojos. "¿Qué mierdas tiene en los ojos?, ¿será lo que llaman dōjutsu?" A esas alturas ya le quedaba claro que él era el afamado Uchiha que le mencionaron, siendo que seguramente su compañero probablemente era también otro shinobi del Remolino. Fuese lo que fuese, iban bastante en serio los dos. Algo le decía que el nivel de peligrosidad en el ambiente era mayor a lo que aparentaba a simple vista. "No quiero ningún muerto aquí, por muy imbécil que sea este tipejo." Estaba totalmente en contra de un derramamiento de sangre.
—Por favor, esto no tiene que pasar a mayores. De verdad, tranquilícense y actúen cómo la gente madura, sea la madre—. Le dijo el comal a la olla.
—Lindo juguete, necesito uno de esos—. Sonrió mientras una una gota de sudor resbalaba por su costado. Bāndo no era tonto. Siendo tonto no vivirías mucho en el negocio. Aquella espada era típica de un shinobi y él estaba consciente de ello. Un mal paso y quizás estaba muerto, por lo que debía aumentar la distancia. Con un movimiento ágil, saltó hacia atrás mientras lanzaba las navajas de su mano derecha, las cuales se dirigieron directamente al entrecejo de Datsue. Fue tan rápido, que Riko y Rōga serían incapaces de reaccionar, caso distinto los ojos del Uchiha.
—¡NOOOOOO!— Gritó la cantinera.
Mientras se desarrollaba la acción, el sonido de pisadas bajando a toda velocidad por las escaleras se hizo notorio. Un muchacho que rondaba por encima de los veintes y con cabellos de fuego se hizo presente a la escena.
—¿¡Señorito Utage!?— Señaló la mujer anciana con voz acongojada.
—DETÉNGANSE AHORA— Imperó, aunque su voz no reflejaba la misma presencia que su tono. Vestía una camisa a cuadros, pantalón azul y zapatos formales de cuero café. Sus ojos marrones, quizás serían familiares para Riko.