4/11/2018, 05:16
—Ayayayayai...— Su sombrero terminó en el suelo mientras él se sobaba la cabeza. —Bruta, por eso no tienes novio— Masculló.
La sonrisa de Homura se desdibujó en una mueca forzosa, abriendo sus ojos que parecían reflejar las llamas del averno en sus iris. No se fiaba del todo de las palabras de los extranjeros, era imposible creer ciegamente en las disculpas de alguien a quién no conocía. Pobres de aquellos que intentaran imperar razón por sobre su juicio, pues ella tenía más de dos ojos vigilando en aquel lugar.
—Renko, resumen de lo ocurrido—. Aparentemente ignoró los ruegos de los presentes.
—Bāndo vino a escupir arena cómo de costumbre, el jovenzuelo de la katana respondió los improperios. Ambos desenfundaron sus armas cómo machos orgullosos. El otro par de mocosos quisieron separarlos, pero fue inútil. Luego por alguna razón se frenaron en seco y empezaron a soltar incoherencias sobre la salud mental de cada uno— Remató.
—Bāndo, deja de llamar moscas y llévate tu pestilente trasero a otro lado. Riko y tú... niño de pelo raro, pueden quedarse. El del moño, me vas a pagar la cuenta de todos los comensales que salieron huyendo por su estúpido escándalo—. Aquello no era una sugerencia, sino una orden directa.
—¿Hola? ¡Estoy aquí!— Intentó hacerse notar. —¿Cómo es que ella es la patrona y yo el señorito? ¡El encargado soy yo!— Bufó rompiendo la tensión.
—Lo siento Utage, pero debes admitir que tu hermana tiene más huevos que tú.
—Joder, eso es a lo que llamo una hembra empoderada— Parpadeó varias veces mientras se cruzaba de brazos. —¿Qué harán?— Observó a los dos shinobis de la Espiral.
El maleante trató de levantarse, nuevamente ayudado por sus secuaces. Aún le temblaban los brazos, extendiéndose cómo un tic nervioso hasta sus dedos. Intento sacar una navaja de su chaqueta pero al intentar deslizarla en su mano se cortó un dedo. Chasqueó la lengua, aquello no estaba bien.
—No quiero volver a verte hasta el día de la carrera.
—Sólo recuerda que los billetes serán míos, ganaré ese premio legalmente— Se desempolvó las ropas y caminó hasta la salida, frenándose en el umbral. —Ah, casi lo olvido— Se giró una última vez mientras escondía su mirada bajo el ala del sombrero. —Utage, Homura. Tienen mi pésame—. Dicho esto, cruzó la salida.
El muchacho pareció estremecerse con esas palabras, mordiéndose el labio. La chica, por su lado, se mantuvo estoica.
"Mierda, ¿cómo se supone que terminé involucrado en todo esto? Es una pinche telenovela." Negó varias veces con la cabeza. Todo el drama montado era insufrible. Apenas logró observar la pelea, la cual terminó en segundos. El criminal no era tan débil, pero sin duda el de los ojos rojos era quién más le intrigaba. "Ni siquiera pude ver el ataque del bandido y él lo esquivó estando a tan corta distancia. Es tan bueno cómo me lo imaginaba, quizás mejor. Sin duda es Uchiha Datsue. Me queda por averiguar el apellido del tal Riko, por si acaso." Pese a que estuvieron conversando enfrente de él, nunca escuchó otros datos reveladores aparte de sus nombres. Quizás lo único destacable es que aparentemente guardaban algo de resquemor hacia los habitantes de Kusagakure y Amegakure. "Por una vez en la vida me alegra hacerle caso al abuelo."
La sonrisa de Homura se desdibujó en una mueca forzosa, abriendo sus ojos que parecían reflejar las llamas del averno en sus iris. No se fiaba del todo de las palabras de los extranjeros, era imposible creer ciegamente en las disculpas de alguien a quién no conocía. Pobres de aquellos que intentaran imperar razón por sobre su juicio, pues ella tenía más de dos ojos vigilando en aquel lugar.
—Renko, resumen de lo ocurrido—. Aparentemente ignoró los ruegos de los presentes.
—Bāndo vino a escupir arena cómo de costumbre, el jovenzuelo de la katana respondió los improperios. Ambos desenfundaron sus armas cómo machos orgullosos. El otro par de mocosos quisieron separarlos, pero fue inútil. Luego por alguna razón se frenaron en seco y empezaron a soltar incoherencias sobre la salud mental de cada uno— Remató.
—Bāndo, deja de llamar moscas y llévate tu pestilente trasero a otro lado. Riko y tú... niño de pelo raro, pueden quedarse. El del moño, me vas a pagar la cuenta de todos los comensales que salieron huyendo por su estúpido escándalo—. Aquello no era una sugerencia, sino una orden directa.
—¿Hola? ¡Estoy aquí!— Intentó hacerse notar. —¿Cómo es que ella es la patrona y yo el señorito? ¡El encargado soy yo!— Bufó rompiendo la tensión.
—Lo siento Utage, pero debes admitir que tu hermana tiene más huevos que tú.
—Joder, eso es a lo que llamo una hembra empoderada— Parpadeó varias veces mientras se cruzaba de brazos. —¿Qué harán?— Observó a los dos shinobis de la Espiral.
El maleante trató de levantarse, nuevamente ayudado por sus secuaces. Aún le temblaban los brazos, extendiéndose cómo un tic nervioso hasta sus dedos. Intento sacar una navaja de su chaqueta pero al intentar deslizarla en su mano se cortó un dedo. Chasqueó la lengua, aquello no estaba bien.
—No quiero volver a verte hasta el día de la carrera.
—Sólo recuerda que los billetes serán míos, ganaré ese premio legalmente— Se desempolvó las ropas y caminó hasta la salida, frenándose en el umbral. —Ah, casi lo olvido— Se giró una última vez mientras escondía su mirada bajo el ala del sombrero. —Utage, Homura. Tienen mi pésame—. Dicho esto, cruzó la salida.
El muchacho pareció estremecerse con esas palabras, mordiéndose el labio. La chica, por su lado, se mantuvo estoica.
"Mierda, ¿cómo se supone que terminé involucrado en todo esto? Es una pinche telenovela." Negó varias veces con la cabeza. Todo el drama montado era insufrible. Apenas logró observar la pelea, la cual terminó en segundos. El criminal no era tan débil, pero sin duda el de los ojos rojos era quién más le intrigaba. "Ni siquiera pude ver el ataque del bandido y él lo esquivó estando a tan corta distancia. Es tan bueno cómo me lo imaginaba, quizás mejor. Sin duda es Uchiha Datsue. Me queda por averiguar el apellido del tal Riko, por si acaso." Pese a que estuvieron conversando enfrente de él, nunca escuchó otros datos reveladores aparte de sus nombres. Quizás lo único destacable es que aparentemente guardaban algo de resquemor hacia los habitantes de Kusagakure y Amegakure. "Por una vez en la vida me alegra hacerle caso al abuelo."