4/11/2018, 21:28
Shirosame dejó de ser Shirosame en algún momento de la noche. ¿De qué le servía, sino para gastar chakra? de nada, absolutamente nada. Así como también le sirvió poco eso de aguardar casi toda la noche. Una que se le hizo jodidamente eterna. Tan eterna como la vida misma.
Y es que una noche de faena por lo general pasaba volando, y seguro que entre copas, música o farda, mucho más rápido aún. No podía esperar lo mismo durante una velada en la que sus ojos estaban postrados en la entrada de un tugurio, del que no salió nadie sino hasta muy cerca del amanecer. Para cuando algún par de rostros conocidos comenzaron a abandonar el local, ya el gyojin estaba hasta los cojones. Joder, que había pagado una habitación y ni siquiera la había usado.
Entonces decidió usar su última baza, y si no le servía, siempre podía volver la noche siguiente.
Kaido creó un Kage Bunshin e hizo seguir a la recepcionista de cabello rizado. Y él, el original, se acercó al gran portón de que habían emergido todos, ahora cerrado, y evaluó las posibilidades de colarse a través de las rendijas inferiores. Lo cierto es que estaba escaso de ideas, tan frustrado como podía esperarse de Umikiba Kaido; así que tal vez no estaba pensando con la suficiente cordura como para tomar la mejor decisión. Pero consideró en ese momento que sólo habían dos opciones:
O que Mutsuku nunca estuvo ahí dentro, o bien se movía desde otro lado. Habría que averiguarlo.
Y es que una noche de faena por lo general pasaba volando, y seguro que entre copas, música o farda, mucho más rápido aún. No podía esperar lo mismo durante una velada en la que sus ojos estaban postrados en la entrada de un tugurio, del que no salió nadie sino hasta muy cerca del amanecer. Para cuando algún par de rostros conocidos comenzaron a abandonar el local, ya el gyojin estaba hasta los cojones. Joder, que había pagado una habitación y ni siquiera la había usado.
Entonces decidió usar su última baza, y si no le servía, siempre podía volver la noche siguiente.
Kaido creó un Kage Bunshin e hizo seguir a la recepcionista de cabello rizado. Y él, el original, se acercó al gran portón de que habían emergido todos, ahora cerrado, y evaluó las posibilidades de colarse a través de las rendijas inferiores. Lo cierto es que estaba escaso de ideas, tan frustrado como podía esperarse de Umikiba Kaido; así que tal vez no estaba pensando con la suficiente cordura como para tomar la mejor decisión. Pero consideró en ese momento que sólo habían dos opciones:
O que Mutsuku nunca estuvo ahí dentro, o bien se movía desde otro lado. Habría que averiguarlo.