4/11/2018, 21:49
—Yo ya dije todo lo que tenía que decir, Utage, encárgate del resto— Se dio la vuelta con rapidez.
—No me des órdenes— Alegó, aunque de todas formas acató lo que se le dijo. —Por hoy el espectáculo quedó arruinado, que Renko les de las llaves de sus cuartos. Mañana temprano hay que limpiar el estropicio— Empezó a caminar hasta la salida. —Yo tengo que ir a informar al alguacil de lo ocurrido— Salió del lugar sin despedirse.
—Oye, tú. ¿Te llamas Homura, cierto?— Llamó la atención de la pelirroja antes que esta desapareciera por la puerta para los empleados.
—¿De qué se trata ahora?— Le vio de reojo con una expresión fulminante.
—Me llamo Rōga, vine a este pueblo buscando a alguien— No se presentó tan rimbombante cómo era de costumbre ya que tenía la intención de mantener el perfil bajo. Era toda una lástima, se estaban perdiendo de la magnifica combinación de palabras. Decir su nombre a secas, no era tan impactante cómo la armonía que generaba junto a su apellido, digno de un protagonista de leyendas. —Quizás tu podrías decirme dónde puedo encontrarlo, su nombre es Reisei Kawaraga— Preguntó con tono calmado, sin saber lo que iba a desatar.
—Auh— La cantinera se detuvo en seco, soltando la escoba en el proceso.
Homura abrió los ojos, sosteniendo el pomo de la puerta por segundos.
—Papá murió hace una semana, no se qué asuntos tenías con él. Piérdete— Habló cómo si se tratara de un autómata, una máquina que no reacciona ante los sentimientos sino por lógica.
—¡Ah no! No me crucé medio continente para que me dejen con la palabra en la boca ahora—. Arremetió. En esos momentos le importaba más completar el encargo que los sentimientos de aquella hija que ahora se encontraba sin padre.
—No me des órdenes— Alegó, aunque de todas formas acató lo que se le dijo. —Por hoy el espectáculo quedó arruinado, que Renko les de las llaves de sus cuartos. Mañana temprano hay que limpiar el estropicio— Empezó a caminar hasta la salida. —Yo tengo que ir a informar al alguacil de lo ocurrido— Salió del lugar sin despedirse.
—Oye, tú. ¿Te llamas Homura, cierto?— Llamó la atención de la pelirroja antes que esta desapareciera por la puerta para los empleados.
—¿De qué se trata ahora?— Le vio de reojo con una expresión fulminante.
—Me llamo Rōga, vine a este pueblo buscando a alguien— No se presentó tan rimbombante cómo era de costumbre ya que tenía la intención de mantener el perfil bajo. Era toda una lástima, se estaban perdiendo de la magnifica combinación de palabras. Decir su nombre a secas, no era tan impactante cómo la armonía que generaba junto a su apellido, digno de un protagonista de leyendas. —Quizás tu podrías decirme dónde puedo encontrarlo, su nombre es Reisei Kawaraga— Preguntó con tono calmado, sin saber lo que iba a desatar.
—Auh— La cantinera se detuvo en seco, soltando la escoba en el proceso.
Homura abrió los ojos, sosteniendo el pomo de la puerta por segundos.
—Papá murió hace una semana, no se qué asuntos tenías con él. Piérdete— Habló cómo si se tratara de un autómata, una máquina que no reacciona ante los sentimientos sino por lógica.
—¡Ah no! No me crucé medio continente para que me dejen con la palabra en la boca ahora—. Arremetió. En esos momentos le importaba más completar el encargo que los sentimientos de aquella hija que ahora se encontraba sin padre.