Ojos de madera

[Amedama Daruu]

Nabi contestó que probablemente el motivo por el que podrían ser inteligentes era que de esa manera serían custodios de su propio poder, para que nadie los pudiera utilizar de forma militar, al menos fácilmente. Pues qué lástima, diréis, porque está claro que los acabaron utilizando de todas formas, ¿no? Siguió hablando sobre héroes, sobre villanos, que quizás había algún bijuu bueno. Y acabó constatando que si fueran inteligentes comprenderían los actos de los humanos.

«¿Si alguien hace daño a tu familia, buscarías un sentido a las acciones del agresor?» —se preguntó Daruu. Pero la cabeza estaba empezando a dolerle de tanto divagar. Y además, acababa de recordar quiénes eran Nabi y él, y dónde encajaban en el puzzle del mundo.

Se agachó a coger una piedra con la mano. La observó unos instantes, y la lanzó bien fuerte al vacío. Observó la roca mientras chocaba con la cascada y caía hacia el lago.

—Es igual. Somos unos críos, y en las aldeas habrá mucha gente que se haya preguntado lo mismo. Lo que no han descubierto en cientos de años no lo vamos a descubrir nosotros ahora.

Daruu se giró de nuevo hacia Nabi y se sentó cruzando las piernas, relajado. Tras unos segundos de ruido de cataratas sobrecogedor pero silencioso al mismo tiempo, preguntó:

—¿Suele llover en Uzushio?