7/11/2018, 00:30
Daruu sintió casi un desvanecimiento. El muchacho se llevó la mano a la frente y, tremendamente mareado, trastabilló de un lado a otro. Miró a la izquierda. Alguien les gritaba que parasen. Una voz que no reconocía. Pero que no le parecía un enemigo.
Para colmo, los dos gilipollas gemelos aparecieron entre los dos, también en posición defensiva. Las risas seguían inundando la plaza.
El amejin apretó los dientes con rabia y decidió confiar ciegamente en la voz que le clamaba que parase de enfrentarse a su compañero, aún a riesgo de que resultara ser una trampa más. Quizás si detenía cualquier ofensiva...
Optó por no decir nada, tan sólo guardó las espadas, respiró hondo y se sentó en el suelo. Cerró los ojos. Respiró hondo de nuevo.
Para colmo, los dos gilipollas gemelos aparecieron entre los dos, también en posición defensiva. Las risas seguían inundando la plaza.
El amejin apretó los dientes con rabia y decidió confiar ciegamente en la voz que le clamaba que parase de enfrentarse a su compañero, aún a riesgo de que resultara ser una trampa más. Quizás si detenía cualquier ofensiva...
Optó por no decir nada, tan sólo guardó las espadas, respiró hondo y se sentó en el suelo. Cerró los ojos. Respiró hondo de nuevo.