4/10/2015, 13:59
Blame quedó sorprendido ante la eufórica respuesta, Pino ni se lo pensó dos veces antes de asegurar que sus comidas eran deliciosas, suculentos manjares. No tardó en explicar que el motivo. El shinobi confesó que antes siquiera de comenzar en el arte del ninjutsu, su mayor anhelo era convertirse en el mejor cocinero, y que uno de sus objetivos seguía siendo hallar la mejor masa de pizza del mundo.
—Oh! Eso suena genial!—
Sin quererlo, o quizás por intuición, el albino no se había alejado demasiado al alegar que quizás ese afán le venía de familia. La cosa no se había alejado demasiado, pues según dio a entender el genin de Ame, su madre tenía una de las mejores pastelerías de la aldea shinobi.
Pino continuó conversando, al fin parecía haberse soltado un poco la melena. Según explicó, de su madre había sacado esa especie de hobby, pues de ella había aprendido a hacer masas. Mas tarde encontró su vocación al probar las pizza, y comenzó a investigar para aprender a hacerlas. Al cabo del tiempo comenzó a soltarse en ese ámbito, y descubrió cosas como el punto jugoso de la pizza, cuando estaban precocinadas, cuando la habían vuelto a calentar...
Lejos de dárselas como el mejor cocinero, Pino admitió que había probado mejores pizza que las que él hacía, y terminó por maldecir a un tal Mashimo. A saber a quién había tomado por referencia del mejor pizzero. Aunque por otro lado, casi le invadía la curiosidad de preguntarle quién era ese Mashimo del que hablaba, sus pizza deberían ser catadas.
—Bueno... pero tu tienes una ventaja con la que él no cuenta. Eres shinobi, seguro que existen jutsus para cocinar.— Intentó de animar. —He visto jutsus para todo, y ésta torre es un claro ejemplo. Seguro que existen jutsus para ayudarte a crear la mejor pizza del mundo, no es un objetivo disparatado... hasta suena mas divertido que esa típica aspiración a convertirse en kage. ¿No crees?—
Con esas palabras, el albino terminó por comerse por completo el trozo de pizza. Para él no la había mejor, aún no las había probado mejores, así que era un arbitro sobornado en éstos momentos. Con parsimonia, continuó tomando otro trozo del tapper.
—Eso de tener bajo tus ordenes a tanta gente, y que sus vidas dependan de lo que ordenes y cómo lo hagas... suena a algo realmente perturbador...—
Confesado su pensamiento, aunque no fuese del todo cierto, el albino le propinó un bocado a su recientemente adquirido trozo de pizza.
—Oh! Eso suena genial!—
Sin quererlo, o quizás por intuición, el albino no se había alejado demasiado al alegar que quizás ese afán le venía de familia. La cosa no se había alejado demasiado, pues según dio a entender el genin de Ame, su madre tenía una de las mejores pastelerías de la aldea shinobi.
Pino continuó conversando, al fin parecía haberse soltado un poco la melena. Según explicó, de su madre había sacado esa especie de hobby, pues de ella había aprendido a hacer masas. Mas tarde encontró su vocación al probar las pizza, y comenzó a investigar para aprender a hacerlas. Al cabo del tiempo comenzó a soltarse en ese ámbito, y descubrió cosas como el punto jugoso de la pizza, cuando estaban precocinadas, cuando la habían vuelto a calentar...
Lejos de dárselas como el mejor cocinero, Pino admitió que había probado mejores pizza que las que él hacía, y terminó por maldecir a un tal Mashimo. A saber a quién había tomado por referencia del mejor pizzero. Aunque por otro lado, casi le invadía la curiosidad de preguntarle quién era ese Mashimo del que hablaba, sus pizza deberían ser catadas.
—Bueno... pero tu tienes una ventaja con la que él no cuenta. Eres shinobi, seguro que existen jutsus para cocinar.— Intentó de animar. —He visto jutsus para todo, y ésta torre es un claro ejemplo. Seguro que existen jutsus para ayudarte a crear la mejor pizza del mundo, no es un objetivo disparatado... hasta suena mas divertido que esa típica aspiración a convertirse en kage. ¿No crees?—
Con esas palabras, el albino terminó por comerse por completo el trozo de pizza. Para él no la había mejor, aún no las había probado mejores, así que era un arbitro sobornado en éstos momentos. Con parsimonia, continuó tomando otro trozo del tapper.
—Eso de tener bajo tus ordenes a tanta gente, y que sus vidas dependan de lo que ordenes y cómo lo hagas... suena a algo realmente perturbador...—
Confesado su pensamiento, aunque no fuese del todo cierto, el albino le propinó un bocado a su recientemente adquirido trozo de pizza.