11/11/2018, 01:06
(Última modificación: 11/11/2018, 08:10 por Umikiba Kaido. Editado 1 vez en total.
Razón: me faltó un diálogo
)
Entonces, llegó el momento cumbre de aquel encuentro. El de la verdad. La elección de palabras que definirían el porvenir de su misión, una que tendría que ser la respuesta más clara e inquebrantable que hubiera dado nunca. Porque Shaneji había sido lo suficientemente inteligente como para poner en discusión ese detalle que conocía, pues el cuerpo calcinado de Katame se lo mostró antes de convertirse en polvo de ceniza. A Kaido vistiendo orgulloso la bandana de Amegakure, luchando con el honor que le merece para eliminar al que una vez fue un cabeza de Dragón.
Pero ahora, después de tanto tiempo, ese escaño era suyo. O planeaba que lo fuera pronto. Y Shaneji necesitaba saberlo de la forma más indirecta posible.
Así que el Tiburón decidió actuar como tenía qué. Se mostró levemente sorprendido por el hecho de que Shaneji, un total desconocido, supiese que él era un ninja de Amegakure. O que lo había sido hasta hacía un par de días atrás al menos.
—Lo era, en tiempo pasado —dijo, tan inverosímil como sus ganas de dar explicaciones a un completo desconocido. Y como si el haber sido un amejin no supusiese ser un detalle demasiado revelador para un tipo como él, tan irreverente. A veces, las mejores respuestas eran las más sencillas; y las que tenían menos contenido que una galleta de la fortuna—. pero convengamos de que no es tu puto problema a quién le haya comido el coño antes. Después de todo, es mi puta boca. Sencillamente rasco del plato que mejor me convenga, hasta que un día ya no —alzó los hombros con desinterés y sonrió con una mueca turbia entre los dientes—. así somos los Tiburones, insaciablemente impredecibles. ¿O será cosa de los Hōzuki? no sé, dímelo tú.
¡Bam! ahora la bola caliente estaba en manos de Shaneji. Después de todo, él también parecía estar comiendo de un coño bastante impropio para alguien de su talle. ¿O es que el asustadizo de Mutsuku, que aún se escondía detrás de una pared, era la fuente de alimento más digna de todo Oonindo?
A Kaido le parecía que no, desde luego.
—A todas estas, ¿quién coño eres; y cómo es que me conoces?
Pero ahora, después de tanto tiempo, ese escaño era suyo. O planeaba que lo fuera pronto. Y Shaneji necesitaba saberlo de la forma más indirecta posible.
Así que el Tiburón decidió actuar como tenía qué. Se mostró levemente sorprendido por el hecho de que Shaneji, un total desconocido, supiese que él era un ninja de Amegakure. O que lo había sido hasta hacía un par de días atrás al menos.
—Lo era, en tiempo pasado —dijo, tan inverosímil como sus ganas de dar explicaciones a un completo desconocido. Y como si el haber sido un amejin no supusiese ser un detalle demasiado revelador para un tipo como él, tan irreverente. A veces, las mejores respuestas eran las más sencillas; y las que tenían menos contenido que una galleta de la fortuna—. pero convengamos de que no es tu puto problema a quién le haya comido el coño antes. Después de todo, es mi puta boca. Sencillamente rasco del plato que mejor me convenga, hasta que un día ya no —alzó los hombros con desinterés y sonrió con una mueca turbia entre los dientes—. así somos los Tiburones, insaciablemente impredecibles. ¿O será cosa de los Hōzuki? no sé, dímelo tú.
¡Bam! ahora la bola caliente estaba en manos de Shaneji. Después de todo, él también parecía estar comiendo de un coño bastante impropio para alguien de su talle. ¿O es que el asustadizo de Mutsuku, que aún se escondía detrás de una pared, era la fuente de alimento más digna de todo Oonindo?
A Kaido le parecía que no, desde luego.
—A todas estas, ¿quién coño eres; y cómo es que me conoces?