15/11/2018, 23:59
(Última modificación: 15/11/2018, 23:59 por Inuzuka Nabi.)
Escuché a Juro, al Jounin Juro, a J.J., así le llamaría ahora, Jota jota. Doble Jota. La cuestión, conforme me contaba como era su nueva vida como alto cargo de su villa y como ya tenía hasta su vasallo personal que le limpiaría los lugares del crimen cuando tuviese que matar a alguien y encubrirlo, me di cuenta de que no podía mantener mi enfado con él.
No era capaz de verle como un superior tampoco y, gracias a Shiona-sama, tampoco tenía que hacerlo, porque como era de otra villa no tenía autoridad sobre mi sexy cuerpo. Le veía como a un cachorrillo, intentando impresionarme porque ha aprendido un truco nuevo, ¿como iba a enfadarme con él? Si solo le faltaba mover la colita de un lado a otro. Lo cual era posible en esas circunstancias.
Cambié de tema mental porque la imagen no era del todo halagüeña.
— Yo tampoco he tenido tiempo para estar de turismo. Ha sido bastante locura, la verdad.
Me pasé una mano por el pelo, dejandomelo todavía más alborotado.
— Me alegro de que te vaya bien, Juro. En serio. Creo que has crecido bastante desde la última vez que nos vimos, en cualquier caso, te ha sentado bien el ascenso. Verás, en este voragine de locura que vivimos, quiero confiar en ti. Pero no sé, Juro. No sé. Noto la tensión en el ambiente y siento que a la mínima vas a pensar mal de mí por algo que diga, lo cual es probable porque tengo pocas cosas buenas que decir ya.
Me humedecí los labios, me estaba yendo por las ramas.
— ¿Puedo confiar en ti, Juro?
Era la gran duda detrás de todo esto, detrás del silencio, de la seriedad, de la mierda, de los sermones, incluso detrás del vapor de las aguas termales. Tras todo eso solo estaba esa pregunta. Era improbable que Juro fuese capaz de convencerme, por eso yo quería dejarme convencer, intentar que hubiese alguien fuera de Uzushio a quien confiarle mi espalda.
Si tenía que elegir, sería Juro, sin dudar, pero después de todo lo sucedido... Ya no era que yo no confiase en él, si no en qué tendría él que decir al respecto.
No era capaz de verle como un superior tampoco y, gracias a Shiona-sama, tampoco tenía que hacerlo, porque como era de otra villa no tenía autoridad sobre mi sexy cuerpo. Le veía como a un cachorrillo, intentando impresionarme porque ha aprendido un truco nuevo, ¿como iba a enfadarme con él? Si solo le faltaba mover la colita de un lado a otro. Lo cual era posible en esas circunstancias.
Cambié de tema mental porque la imagen no era del todo halagüeña.
— Yo tampoco he tenido tiempo para estar de turismo. Ha sido bastante locura, la verdad.
Me pasé una mano por el pelo, dejandomelo todavía más alborotado.
— Me alegro de que te vaya bien, Juro. En serio. Creo que has crecido bastante desde la última vez que nos vimos, en cualquier caso, te ha sentado bien el ascenso. Verás, en este voragine de locura que vivimos, quiero confiar en ti. Pero no sé, Juro. No sé. Noto la tensión en el ambiente y siento que a la mínima vas a pensar mal de mí por algo que diga, lo cual es probable porque tengo pocas cosas buenas que decir ya.
Me humedecí los labios, me estaba yendo por las ramas.
— ¿Puedo confiar en ti, Juro?
Era la gran duda detrás de todo esto, detrás del silencio, de la seriedad, de la mierda, de los sermones, incluso detrás del vapor de las aguas termales. Tras todo eso solo estaba esa pregunta. Era improbable que Juro fuese capaz de convencerme, por eso yo quería dejarme convencer, intentar que hubiese alguien fuera de Uzushio a quien confiarle mi espalda.
Si tenía que elegir, sería Juro, sin dudar, pero después de todo lo sucedido... Ya no era que yo no confiase en él, si no en qué tendría él que decir al respecto.
—Nabi—