(B) La tumba de Umikiba Kaido

[Uchiha Datsue]

Shaneji le apuntó con la mirada. Le apuntó, sí, porque Kaido tuvo la misma sensación que uno tiene cuando un tiburón enfila hacia a ti. Sus ojos tenían el color del mar en la tormenta, y sus dientes, tan afilados como los de Kaido. También poseía piel azulada, aunque no contaba con las agallas del Tiburón. No literalmente, al menos.

Tenía un torso musculado y fibroso, y pese a considerarse de estatura media, le sacaba una cabeza a Kaido. De cabello largo y negro, atado en una cola de caballo que le caía por una espalda ancha.

—Nuestra raza está hecha para algo más que sobrevivir. ¿Quieres sobrevivir? Búscate una tierra y cría vacas. Pero a que no has hecho eso, ¿eh? Porque en el fondo sabes que tu sangre no se conformará con eso. A un tiburón no puedes pedirle que se alimente de verdura —ladeó la cabeza hacia un lado—. Mis hermanos y yo buscamos devolvernos al principio de la cadena alimenticia, ¡donde pertenecemos! Ame, Kusa, Uzu… Han perdido los antiguos valores de las Grandes Villas. ¡Los verdaderos valores! Se han vuelto débiles. Joder, ¿te enteraste de lo que pasó en el Chunin? —rio con sorna—. ¡Juuujujujuju! ¡Una fiesta de bijuus, por lo que dicen! Y no han hecho nada. No han tomado represalias. Cada uno para su casita con el rabo entre las piernas y a esconderse. ¿Y por qué? ¡Porque son unos cobardes! ¡Porque tienen miedo! ¡Porque ya no son la mitad de lo que una vez fueron!