19/11/2018, 21:22
Y así, con aquel apretón, Kaido completó el primer paso de su travesía. Un paso que sin que él lo sepa, le está llevando irremediablemente hacia ...
... su tumba.
Daban las dos de la madrugada. La noche en aquel lado del charco era mucho más apacible, menos sonora. El único sonido que interrumpía el silencio fortuito era el de algún grillo, seguro, y las corrientes de cascadas tradicionales que por lo general vestían y adornaban los baños termales.
Él se encontraba ahí en donde nadie pudiera verle. En un lugar inaccesible para muchos.
El sello de carnero lucía firme con la figura de ambas manos.
—Hola —dijo él, en ese lugar. Allá, a donde so voz tendría que llegar sin embargo, era una voz menos ergonómica y más artificial que era despedida de alguien que era una figura representativa suya. Como una holograma.
... su tumba.
. . .
Daban las dos de la madrugada. La noche en aquel lado del charco era mucho más apacible, menos sonora. El único sonido que interrumpía el silencio fortuito era el de algún grillo, seguro, y las corrientes de cascadas tradicionales que por lo general vestían y adornaban los baños termales.
Él se encontraba ahí en donde nadie pudiera verle. En un lugar inaccesible para muchos.
El sello de carnero lucía firme con la figura de ambas manos.
—Hola —dijo él, en ese lugar. Allá, a donde so voz tendría que llegar sin embargo, era una voz menos ergonómica y más artificial que era despedida de alguien que era una figura representativa suya. Como una holograma.