19/11/2018, 23:12
Él, sin embargo, sí que era expresivo. Y su silueta también lo fue cuando se dibujó entre vertientes de holograma una sonrisa pícara, y filosa.
—Un traidor, un prófugo. Soy Kaido el Exiliado.
El alba. Aquella epifanía de la madrugada que aún se debatía entre la noche y el día. El sol mostrándose reticente, asomando la cabeza a paso de tortuga tras las enormes montañas que componían El Valle de Unraikyo. Y Kaido, en el punto de encuentro, presenciándolo como si fuera su último amanecer.
Porque realmente no sabía cuál iba a serlo. El último.
Esperaba que no uno reciente, desde luego.
—Un traidor, un prófugo. Soy Kaido el Exiliado.
. . .
El alba. Aquella epifanía de la madrugada que aún se debatía entre la noche y el día. El sol mostrándose reticente, asomando la cabeza a paso de tortuga tras las enormes montañas que componían El Valle de Unraikyo. Y Kaido, en el punto de encuentro, presenciándolo como si fuera su último amanecer.
Porque realmente no sabía cuál iba a serlo. El último.
Esperaba que no uno reciente, desde luego.