21/11/2018, 20:51
Tras la respuesta afirmativa del shinobi de mayor rango y, por ende, máximo responsable de aquella misión, le seguí los pasos mientras dejábamos atrás a los campesinos que seguían atendiendo al maltrecho hombre que osó vacilarnos y chantajearnos.
— Eso fue un genjutsu, ¿verdad? ¿Desde cuando los dominas?
— Lo siento, pero ese tipo no me dejó mucha más opción y no estaba en disposición de comprar la información — me sinceré, aunque no estaba orgulloso de lo que había sucedido momentos antes — Pero si. Aquello fue un genjutsu de los más básicos. Hace poco que se hacerlos, aunque parece que funcionó
«A ver si podemos acabar con esto sin seguir llamando la atención o el tal Yamcha se va a dar cuenta que vamos tras él muy pronto»
Seguimos caminando durante un buen rato y finalmente divisamos la estructura del lugar que, salvo sorpresa era nuestro destino. Un dojo del estilo de tantos otros a lo largo y ancho de nuestro país. Y ahí estaba, el cartel que nos serviría de la más pura evidencia de que aquel era el dojo de Sarutobi Yamcha, el maestro del estilo borracho por el que el mismísimo moyashi Kenzou se había interesado y había enviado un jounin y un gennin a por el codiciado pergamino.
— Bueno, ahí lo tienes
Metí la mano en la petaca del bolsillo en busca de un caramelo de los míos.
— Lo que no sé donde cojones está es la puta araña esa
Después, introduje el caramelo en mis fauces.
— Eso fue un genjutsu, ¿verdad? ¿Desde cuando los dominas?
— Lo siento, pero ese tipo no me dejó mucha más opción y no estaba en disposición de comprar la información — me sinceré, aunque no estaba orgulloso de lo que había sucedido momentos antes — Pero si. Aquello fue un genjutsu de los más básicos. Hace poco que se hacerlos, aunque parece que funcionó
«A ver si podemos acabar con esto sin seguir llamando la atención o el tal Yamcha se va a dar cuenta que vamos tras él muy pronto»
Seguimos caminando durante un buen rato y finalmente divisamos la estructura del lugar que, salvo sorpresa era nuestro destino. Un dojo del estilo de tantos otros a lo largo y ancho de nuestro país. Y ahí estaba, el cartel que nos serviría de la más pura evidencia de que aquel era el dojo de Sarutobi Yamcha, el maestro del estilo borracho por el que el mismísimo moyashi Kenzou se había interesado y había enviado un jounin y un gennin a por el codiciado pergamino.
— Bueno, ahí lo tienes
Metí la mano en la petaca del bolsillo en busca de un caramelo de los míos.
— Lo que no sé donde cojones está es la puta araña esa
Después, introduje el caramelo en mis fauces.
Narro ~ Hablo ~ Pienso ~ Kumopansa