24/11/2018, 15:13
La táctica de Ayame salió a la perfección; aquella forajida tenía cierta experiencia en asaltos, refriegas y lucha deshonrosa, pero nunca se las había visto contra una kunoichi. El sigilo y los jutsus de la chica de Ame suponían una ventaja demasiado grande como para que la otra tuviese algún tipo de oportunidad. De modo que, cuando Ayame se dejó caer formulando su técnica, la asaltante recibió el impacto de aquel bolazo a bocajarro en todo el pecho. La fuerza de aquel Suiton a corta distancia fue tal que derribó a la mujer, haciéndola caer de espaldas contra la tierra húmeda.
El niño, por su parte, observó a Ayame con los ojos como platos. La capa y su capucha no le dejaban intuir nada bajo las sombras, y lo que era más, le otorgaban a la ninja una apariencia casi fantasmagórica bajo la luz de la Luna. Aterrorizado, el chico se puso en pie y echó un vistazo nervioso a su alrededor; era evidente que no tenía ni pajolera idea de por dónde debía ir para llegar hasta los supervivientes de la emboscada.
A poca distancia de ellos, el cuerpo —inerte durante unos segundos— de aquella bandida se movió con la dificultad de quien tiene varios huesos rotos. Un gorjeo asqueroso, de sangre en la garganta, salió de los labios de aquella mujer, que balbuceó palabras ininteligibles. Estaba consciente, pero a juzgar por sus ahogados lamentos no iba a durar mucho más entre los vivos.
El niño, por su parte, observó a Ayame con los ojos como platos. La capa y su capucha no le dejaban intuir nada bajo las sombras, y lo que era más, le otorgaban a la ninja una apariencia casi fantasmagórica bajo la luz de la Luna. Aterrorizado, el chico se puso en pie y echó un vistazo nervioso a su alrededor; era evidente que no tenía ni pajolera idea de por dónde debía ir para llegar hasta los supervivientes de la emboscada.
A poca distancia de ellos, el cuerpo —inerte durante unos segundos— de aquella bandida se movió con la dificultad de quien tiene varios huesos rotos. Un gorjeo asqueroso, de sangre en la garganta, salió de los labios de aquella mujer, que balbuceó palabras ininteligibles. Estaba consciente, pero a juzgar por sus ahogados lamentos no iba a durar mucho más entre los vivos.