25/11/2018, 20:22
Kaido se quedó ahí, pasmado, viendo a su hermano de clan. O más bien, a su reacción para con el negocio de esos dos tipos a los que no había dudado en matar, una vez supo a qué se dedicaban. Y es que fue en ese preciso instante donde comprendió porqué su Tetsubō acabó en donde acabó. Shaneji no estaba de acuerdo con la práctica ilegal de caza de especies. Ni siquiera si así podía forrarse de pasta. Kaido bufó también, y alzó los hombros, sin mucho que agregar.
Las águilas ya volaban lejos, por suerte.
El gyojin se acercó en silencio hasta uno de los caballos y le sobó el lomo por un costado. Trató de separar las riendas que le unían al timón del carruaje con toda la intención de aflojar el bocado mientras tomaba su cantimplora, para empaparle el hocico y limpiarle los residuos de saliva que se les había acumulado en el freno por la sed.
—¿Y a estos dos, los soltamos?
Las águilas ya volaban lejos, por suerte.
El gyojin se acercó en silencio hasta uno de los caballos y le sobó el lomo por un costado. Trató de separar las riendas que le unían al timón del carruaje con toda la intención de aflojar el bocado mientras tomaba su cantimplora, para empaparle el hocico y limpiarle los residuos de saliva que se les había acumulado en el freno por la sed.
—¿Y a estos dos, los soltamos?