26/11/2018, 21:46
Caos enfermizo, llantos y maldiciones en el aire. La desesperación se apoderó de aquellos que ingenuamente intentaron oponerse a la fuerza de sus enemigos. La luna era testigo de la incertidumbre que estaba reinando mientras el viento poco a poco se llevaba la polvareda que utilizaron los renegados para enmascarar sus crímenes. Una buena parte de la multitud había recibido el violento impacto del agua y varias personas salieron despedidas hasta chocar contra alguno de los tantos obstáculos de la calle. Unos yacían adoloridos en el suelo mientras otros terminaron estampados en algunas banquetas o paredes. Aún era difícil ver pero ese no impidió que algunos amigos o familiares corrieran a socorrer a aquellos que habían terminado lastimados. Otros entre tanto sólo se vieron enfurecidos aún más por el acto de cobardía y añoraban castigar a los responsables, pero dada la confusión era imposible acercarse a ciegas para rodearlos, pues sólo terminarían igual que sus camaradas caídos.
—Gracias Riko-san, pero debo tratar de alejar a los heridos de aquí antes que las cosas empeoren— Le advirtió. —Déjame acercarme para intentar socorrerlos, prometo no ponerme demasiado en riesgo— Remató.
La sombra que se movía entre el humo llegó hasta la posición de los tres misteriosos shinobis, los cuales se vieron sorprendidos ante la presencia de alguien que se atreviese a acercarse.
—¡¿Hola que tal les va?!— Un extraño saludo que rompió la tensión en el lugar, luego, silencio durante unos segundos.
—¡NO ME JODAN!— Un malherido Bandō en el suelo fue quién interrumpió la extraña pausa con sus quejidos.
—No puedo ver nada, ¿qué está pasando?— Preguntó el jovenzuelo.
Más pronto que tarde el único de los tres criminales que no había dicho palabra alguna salió volando hasta estrellarse con uno de los fogarones en llamas, aunque si bien parte de sus prendas resultaron prendidas el rápidamente se deshizo de ellas para evitar quemaduras. Cabe destacar que volvió rápidamente la vista al centro de la acción, sin decir una sola palabra...
—¿Te comió la lengua el ratón o qué?— Rió nuevamente la voz mientras se dispersaba totalmente la pantalla de humo, observando a aquel ninja que no emitió ningún sonido ni siquiera para expresar dolor. —Vinieron al pueblo equivocado, señores— Al desvanecerse la cortina, un hombre anormalmente alto estaba parado ocupando el lugar del bandido, mientras los otros dos retrocedían lentamente ante aquel sujeto que fácilmente llegaba a los dos metros. —Gracias por entretenerlos, aunque no esperaba eso de ti—. Volteó a ver al bandolero sin sombrero.
—¿Quieres callarte, Mano Cortada?, en tus putos sueños me verás ayudándote— Alegó mientras intentaba ponerse de pie.
El nombre no era para menos. No importaba su piel curtida en cicatrices, ni sus ropas cubiertas de polvo. No importaban sus cabellos castaños ni su pronunciada barbilla. El detalle que resaltaban eran sus manos: La derecha sin el índice, mientras la izquierda carecía del meñique y del anular.
Cada vez aparecían nuevos personajes en el escenario, pero el autoproclamado protagonista no iba a dejar que la acción se desarrollara sin él.
—¡Riiiiiiiiiikooooooo!— La voz del Yotsuki emergió detrás de él, siendo que venía corriendo a toda la velocidad que le daban las piernas mientras cruzaba el portón del hotel. —¿Eh? ¿Es tu gemelo?— Se frenó y se extrañó ante el clon, pues parecía bastante real y no un simple bunshin cómo los que le enseñaron en la academia. —Bah, cómo sea. Joder, toda esta gente...— Volteó a ver a sus alrededores. —¿Quién demonios es ese?— Tenía demasiadas preguntas pero poco tiempo para actuar. —Espero que no quiera pelearse él solo contra los tres, ya hay demasiados heridos por meterse dónde no los llaman y sacarlos de aquí va a ser un suplicio. Tú, o ustedes, ¿tienes algún plan?— Ladeó la cabeza.
—Si tan sólo ese trió dejase de enfocarse en los civiles... Quizás podríamos salvaguardarlos— Murmuró el médico, aunque con la suficiente fuerza para que le escucharan.
"Ya me importa un pepino si descubren si soy shinobi o no, con guardar el apellido basta. No es mi país ni mi asunto pero por simple humanidad, tengo que ayudar."
1 AO
—Gracias Riko-san, pero debo tratar de alejar a los heridos de aquí antes que las cosas empeoren— Le advirtió. —Déjame acercarme para intentar socorrerlos, prometo no ponerme demasiado en riesgo— Remató.
La sombra que se movía entre el humo llegó hasta la posición de los tres misteriosos shinobis, los cuales se vieron sorprendidos ante la presencia de alguien que se atreviese a acercarse.
—¡¿Hola que tal les va?!— Un extraño saludo que rompió la tensión en el lugar, luego, silencio durante unos segundos.
—¡NO ME JODAN!— Un malherido Bandō en el suelo fue quién interrumpió la extraña pausa con sus quejidos.
—No puedo ver nada, ¿qué está pasando?— Preguntó el jovenzuelo.
Más pronto que tarde el único de los tres criminales que no había dicho palabra alguna salió volando hasta estrellarse con uno de los fogarones en llamas, aunque si bien parte de sus prendas resultaron prendidas el rápidamente se deshizo de ellas para evitar quemaduras. Cabe destacar que volvió rápidamente la vista al centro de la acción, sin decir una sola palabra...
—¿Te comió la lengua el ratón o qué?— Rió nuevamente la voz mientras se dispersaba totalmente la pantalla de humo, observando a aquel ninja que no emitió ningún sonido ni siquiera para expresar dolor. —Vinieron al pueblo equivocado, señores— Al desvanecerse la cortina, un hombre anormalmente alto estaba parado ocupando el lugar del bandido, mientras los otros dos retrocedían lentamente ante aquel sujeto que fácilmente llegaba a los dos metros. —Gracias por entretenerlos, aunque no esperaba eso de ti—. Volteó a ver al bandolero sin sombrero.
—¿Quieres callarte, Mano Cortada?, en tus putos sueños me verás ayudándote— Alegó mientras intentaba ponerse de pie.
El nombre no era para menos. No importaba su piel curtida en cicatrices, ni sus ropas cubiertas de polvo. No importaban sus cabellos castaños ni su pronunciada barbilla. El detalle que resaltaban eran sus manos: La derecha sin el índice, mientras la izquierda carecía del meñique y del anular.
Cada vez aparecían nuevos personajes en el escenario, pero el autoproclamado protagonista no iba a dejar que la acción se desarrollara sin él.
—¡Riiiiiiiiiikooooooo!— La voz del Yotsuki emergió detrás de él, siendo que venía corriendo a toda la velocidad que le daban las piernas mientras cruzaba el portón del hotel. —¿Eh? ¿Es tu gemelo?— Se frenó y se extrañó ante el clon, pues parecía bastante real y no un simple bunshin cómo los que le enseñaron en la academia. —Bah, cómo sea. Joder, toda esta gente...— Volteó a ver a sus alrededores. —¿Quién demonios es ese?— Tenía demasiadas preguntas pero poco tiempo para actuar. —Espero que no quiera pelearse él solo contra los tres, ya hay demasiados heridos por meterse dónde no los llaman y sacarlos de aquí va a ser un suplicio. Tú, o ustedes, ¿tienes algún plan?— Ladeó la cabeza.
—Si tan sólo ese trió dejase de enfocarse en los civiles... Quizás podríamos salvaguardarlos— Murmuró el médico, aunque con la suficiente fuerza para que le escucharan.
"Ya me importa un pepino si descubren si soy shinobi o no, con guardar el apellido basta. No es mi país ni mi asunto pero por simple humanidad, tengo que ayudar."
1 AO