28/11/2018, 04:36
«Yarou tenía razón. No es sólo una leyenda, es... soy más que eso»
Había hecho bien arrojando esa carta. ¿Quién más que una bestia mitológica para dar veracidad a sus dudas? para vestir de fundamento una leyenda perdida que por mucho tiempo creyó que eran sólo patrañas. Y lo mejor de todo es que había más. Cosas que no sabía. Desconocedor de un mundo que, según Daseru aguardaba por su aparición desde hacía tiempos inmemorables. El Rey del Mar, quien quiera que fuera ese, le estaba esperando.
Kaido torció el gesto y se encontró con la mirada turbia de Shaneji, quien ahora le postraba sobre la mesa dos caminos. Dos elecciones. Y también dos Kaido: el Amejin y el Exiliado, ambos con objetivos distintos. Por un lado, ante él se postraba el camino de la verdad. Donde iba a conseguir las respuestas que nunca tuvo acerca de sí mismo. De quién es, y de por qué es como es. Y por el otro, estaba el camino de la responsabilidad. Esa que asumió con Amekoro Yui, y que ahora era una misión vital tanto para Amegakure como para el País del Agua. Qué situación tan jodidamente comprometedora, ¿no creéis?
Un tenso silencio se hizo por unos cuantos segundos.
—Shaneji es un cabrón, pero sé que la palabra de un Hermano de agua vale mucho para él. Si lo dice, lo va a cumplir —dijo a ambos, aunque en realidad estaba dirigiéndose a Daseru—. así que tú y yo nos veremos muy pronto, tiburón. No lo dudes —sentenció tras una sonrisa grotesca, torciendo el cogote hacia su congénere—. espero que valga la pena. Vámonos.
Había hecho bien arrojando esa carta. ¿Quién más que una bestia mitológica para dar veracidad a sus dudas? para vestir de fundamento una leyenda perdida que por mucho tiempo creyó que eran sólo patrañas. Y lo mejor de todo es que había más. Cosas que no sabía. Desconocedor de un mundo que, según Daseru aguardaba por su aparición desde hacía tiempos inmemorables. El Rey del Mar, quien quiera que fuera ese, le estaba esperando.
Kaido torció el gesto y se encontró con la mirada turbia de Shaneji, quien ahora le postraba sobre la mesa dos caminos. Dos elecciones. Y también dos Kaido: el Amejin y el Exiliado, ambos con objetivos distintos. Por un lado, ante él se postraba el camino de la verdad. Donde iba a conseguir las respuestas que nunca tuvo acerca de sí mismo. De quién es, y de por qué es como es. Y por el otro, estaba el camino de la responsabilidad. Esa que asumió con Amekoro Yui, y que ahora era una misión vital tanto para Amegakure como para el País del Agua. Qué situación tan jodidamente comprometedora, ¿no creéis?
Un tenso silencio se hizo por unos cuantos segundos.
—Shaneji es un cabrón, pero sé que la palabra de un Hermano de agua vale mucho para él. Si lo dice, lo va a cumplir —dijo a ambos, aunque en realidad estaba dirigiéndose a Daseru—. así que tú y yo nos veremos muy pronto, tiburón. No lo dudes —sentenció tras una sonrisa grotesca, torciendo el cogote hacia su congénere—. espero que valga la pena. Vámonos.