30/11/2018, 02:51
——Hozuki Kaido, para serviros.
—No, Kaido. ¿Recuerdas lo que dije sobre que las Aldeas os habían puesto bozales? A esto me refería. —Entre otras muchas cosas—. Tienes que perder esos viejos hábitos de shinobi. Reeducarte a ti mismo. Tú no estás para servirles. Ellos lo están.
»¿Un correctivo por qué?
—Por robar de nuestra mercancía y…
—¡Juuuuuujujujujuju! —Shaneji no le dejó ni terminar. Le apartó de un fuerte empujón, tomó la maza con pinchos por el mango y se fue directo hacia el moribundo—. ¡El robo a camaradas no se paga con unos latigazos, ehm… marinero! —Sí, se le había olvidado su nombre. De hecho, creía que nunca lo había llegado a saber en la vida—. ¡El robo se paga con la muerte!
El hombre que yacía en proa apenas le dio tiempo a girarse. A simplemente ponerse de cara. Shaneji trazó un arco en el aire con su pesada arma y…
¡Plaf!
… la estampó contra la cubierta de madera.
—¿¡Qué significa esto!? —repitió por segunda vez a bordo—. ¿Qué es… eso?
Si Kaido y el marinero sin nombre se acercaban, podrían ver que el hombre tenía las orejas exageradamente hinchadas y rojas. Y, si lo examinaban todavía más de cerca, una costra de sangre negruzca y reseca que cubría su orificio auditivo.
El hombre abrió la boca para farfullar de manera inteligible, y unos dientes extrañamente azules asomaron tras sus labios.
—No, Kaido. ¿Recuerdas lo que dije sobre que las Aldeas os habían puesto bozales? A esto me refería. —Entre otras muchas cosas—. Tienes que perder esos viejos hábitos de shinobi. Reeducarte a ti mismo. Tú no estás para servirles. Ellos lo están.
»¿Un correctivo por qué?
—Por robar de nuestra mercancía y…
—¡Juuuuuujujujujuju! —Shaneji no le dejó ni terminar. Le apartó de un fuerte empujón, tomó la maza con pinchos por el mango y se fue directo hacia el moribundo—. ¡El robo a camaradas no se paga con unos latigazos, ehm… marinero! —Sí, se le había olvidado su nombre. De hecho, creía que nunca lo había llegado a saber en la vida—. ¡El robo se paga con la muerte!
El hombre que yacía en proa apenas le dio tiempo a girarse. A simplemente ponerse de cara. Shaneji trazó un arco en el aire con su pesada arma y…
¡Plaf!
… la estampó contra la cubierta de madera.
—¿¡Qué significa esto!? —repitió por segunda vez a bordo—. ¿Qué es… eso?
Si Kaido y el marinero sin nombre se acercaban, podrían ver que el hombre tenía las orejas exageradamente hinchadas y rojas. Y, si lo examinaban todavía más de cerca, una costra de sangre negruzca y reseca que cubría su orificio auditivo.
El hombre abrió la boca para farfullar de manera inteligible, y unos dientes extrañamente azules asomaron tras sus labios.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado