2/12/2018, 01:52
Kaido atiborró su mano contra la de Shaneji, quien le ayudó a levantarse.
—¿La hora de qué?
Pero pronto tuvo que responderse a sí mismo.
«De conocer al verdadero Dragón. Prepárate»
La oscuridad dio a luz a una criatura infernal. Oscura como si le calzara una armadura de ébano, sólo que era su piel, pura y dura. Fornido como el grafeno, brillante como el diamante. Se le antojaba tan alto como la Torre de meditación en el País de la Tierra. Y se acercaba a Kaido con paso distinguido, peligroso. Alardeando todos sus tatuajes, tan diversos uno de los otros, que brillaban como las mismísimas estalactitas de la cueva.
El gyojin tuvo que contener las ganas de alejarse. No, no podía mostrar debilidad ahora. No podía dejarse ver tragando saliva como una trucha asustadiza. Él era un Tiburón. Los tiburones no nadaban hacia atrás.
—Volvemos a encontrarnos —dijo. Inmediatamente supo de dónde había escuchado aquella voz.
Kaido sonrió.
—Y esta vez he venido a ocupar mi lugar.
Era suyo por ley. Él había matado a Katame. A un Cabeza de Dragón.
—¿La hora de qué?
Pero pronto tuvo que responderse a sí mismo.
«De conocer al verdadero Dragón. Prepárate»
La oscuridad dio a luz a una criatura infernal. Oscura como si le calzara una armadura de ébano, sólo que era su piel, pura y dura. Fornido como el grafeno, brillante como el diamante. Se le antojaba tan alto como la Torre de meditación en el País de la Tierra. Y se acercaba a Kaido con paso distinguido, peligroso. Alardeando todos sus tatuajes, tan diversos uno de los otros, que brillaban como las mismísimas estalactitas de la cueva.
El gyojin tuvo que contener las ganas de alejarse. No, no podía mostrar debilidad ahora. No podía dejarse ver tragando saliva como una trucha asustadiza. Él era un Tiburón. Los tiburones no nadaban hacia atrás.
—Volvemos a encontrarnos —dijo. Inmediatamente supo de dónde había escuchado aquella voz.
Kaido sonrió.
—Y esta vez he venido a ocupar mi lugar.
Era suyo por ley. Él había matado a Katame. A un Cabeza de Dragón.