2/12/2018, 03:48
Una oportunidad era lo que necesitaba, así que no rechistó.
—Me parece justo.
Luego, se dedicó a observar, simplemente. ¿Por qué? porque ser un buen observador en escenarios como aquel siempre daba sus frutos. Kaido no lo era en muchas ocasiones, siempre solía echar el mordisco directamente sin haber tanteado a su presa, y en momentos como éste no podía darse ese lujo. Y lo que se encontró durante ese profundo proceso de recolección de datos fue jodidamente maravilloso. Era como ver una película. Como si todo lo que leyó durante aquella larga noche en el despacho de su habitación, allá en Amegakure, hubiera cobrado vida desde su imaginación.
Los cabeza de Dragón juntándose uno a uno como moscas en una pila de estiércol.
Pronto el cuarto de ellos se revelaría ante sus ojos aguamarina. Una mujer de cabellos negros azabaches que vestía prendas raídas y sencillas. Fumaba de un pitillo que ofreció a su líder, y que éste finalmente rechazó con el silencio más rotundo.
Vaya, no te tenía por un hombre preocupado por la salud.
—No lo hace porque sea malo. Es Despedida. Siempre elimina una debilidad que tenga en Despedida. ¿Verdad que sí, papi?
—Ya veo... Y este debe de ser… Kaido, ¿me equivoco? Joder, Shaneji. Parecéis gemelos.
—¿Me estás llamando feo?
Kaido dibujó una sonrisilla grácil en su rostro. No era la primera vez que le llamaban feo, ni tampoco iba a ser la última.
—Está preparado para tomar la marca.
—¿Estás seguro? Es peligroso.
—Con peligroso quiere decir que la mayoría mueren.
—Yo no soy como la mayoría.
Y es que sonaba tan decidido que nadie podría pensar que en su mente navegaban cientos de dudas. ¿No se estaba exponiendo demasiado, y muy rápido? ¿y si recibir aquel sello significaba su muerte? ¿cómo iba a saberlo sino se sometía al proceso? ¿qué clase de Fūinjutsu sería? conocía de muy pocos y de sus distintos funcionamientos. Y como esas, otras cien seguían acosándole a cada segundo.
Pero no había forma de negarse. Era parte de protocolo, ya se lo había advertido Shaneji. Y Hageshi también.
—Me parece justo.
Luego, se dedicó a observar, simplemente. ¿Por qué? porque ser un buen observador en escenarios como aquel siempre daba sus frutos. Kaido no lo era en muchas ocasiones, siempre solía echar el mordisco directamente sin haber tanteado a su presa, y en momentos como éste no podía darse ese lujo. Y lo que se encontró durante ese profundo proceso de recolección de datos fue jodidamente maravilloso. Era como ver una película. Como si todo lo que leyó durante aquella larga noche en el despacho de su habitación, allá en Amegakure, hubiera cobrado vida desde su imaginación.
Los cabeza de Dragón juntándose uno a uno como moscas en una pila de estiércol.
Pronto el cuarto de ellos se revelaría ante sus ojos aguamarina. Una mujer de cabellos negros azabaches que vestía prendas raídas y sencillas. Fumaba de un pitillo que ofreció a su líder, y que éste finalmente rechazó con el silencio más rotundo.
Vaya, no te tenía por un hombre preocupado por la salud.
—No lo hace porque sea malo. Es Despedida. Siempre elimina una debilidad que tenga en Despedida. ¿Verdad que sí, papi?
—Ya veo... Y este debe de ser… Kaido, ¿me equivoco? Joder, Shaneji. Parecéis gemelos.
—¿Me estás llamando feo?
Kaido dibujó una sonrisilla grácil en su rostro. No era la primera vez que le llamaban feo, ni tampoco iba a ser la última.
—Está preparado para tomar la marca.
—¿Estás seguro? Es peligroso.
—Con peligroso quiere decir que la mayoría mueren.
—Yo no soy como la mayoría.
Y es que sonaba tan decidido que nadie podría pensar que en su mente navegaban cientos de dudas. ¿No se estaba exponiendo demasiado, y muy rápido? ¿y si recibir aquel sello significaba su muerte? ¿cómo iba a saberlo sino se sometía al proceso? ¿qué clase de Fūinjutsu sería? conocía de muy pocos y de sus distintos funcionamientos. Y como esas, otras cien seguían acosándole a cada segundo.
Pero no había forma de negarse. Era parte de protocolo, ya se lo había advertido Shaneji. Y Hageshi también.