2/12/2018, 18:25
Era una tarde lúgubre. Llovía, llovía y llovía. Llovía como de costumbre. Como nunca dejaría de hacerlo allí en Amegakure, la tierra bendecida por el llanto de un Dios eterno y poco benevolente.
Kaido era indudablemente más viejo, un tipo mayor. Un Jounin. Y veía desde la incipiente altura de un rascacielos que para el espectador podría ser cualquiera, pero para él no. Fuera, las estatuas de los Oni vislumbraban su gran coronación. Su llegada a lo más alto de la cadena alimenticia de los ninja.
Aunque no como Arashikage. No, aquel era un puesto que tal vez no indigno para él, pero sí ocupado por una mujer por la que aún sentía respeto y por qué no, admiración. A la que veía de tú a tú. Y la que una vez le prometió, como pago a su primera traición, que le trataría de igual. Que le daría la oportunidad de probar su enorme valía.
Y sólo entonces, podría recibir el presente que todo Hozuki ansía. Y el reconocimiento que él, Umikiba Kaido, se merecía.
—Estoy listo para derrotarte —le dijo, a alguien—. tendrás que reconocerme y enseñarme esa técnica que una vez me prometiste. ¿O es que la edad ya te pesa y lo has olvidado, Amekoro Yui?
Kaido era indudablemente más viejo, un tipo mayor. Un Jounin. Y veía desde la incipiente altura de un rascacielos que para el espectador podría ser cualquiera, pero para él no. Fuera, las estatuas de los Oni vislumbraban su gran coronación. Su llegada a lo más alto de la cadena alimenticia de los ninja.
Aunque no como Arashikage. No, aquel era un puesto que tal vez no indigno para él, pero sí ocupado por una mujer por la que aún sentía respeto y por qué no, admiración. A la que veía de tú a tú. Y la que una vez le prometió, como pago a su primera traición, que le trataría de igual. Que le daría la oportunidad de probar su enorme valía.
Y sólo entonces, podría recibir el presente que todo Hozuki ansía. Y el reconocimiento que él, Umikiba Kaido, se merecía.
—Estoy listo para derrotarte —le dijo, a alguien—. tendrás que reconocerme y enseñarme esa técnica que una vez me prometiste. ¿O es que la edad ya te pesa y lo has olvidado, Amekoro Yui?