2/12/2018, 19:33
(Última modificación: 2/12/2018, 19:52 por Uchiha Datsue. Editado 1 vez en total.)
—¡Ahora! —Y cuando Kaido estaba transformándose, notó una puñalada por la espalda.
Había estado allí todo el tiempo, invisible con la Técnica del Escondite Camuflado. Era Daruu.
—Lo siento —dijo, y su voz en verdad transmitió su pena, al mismo tiempo que, por irónico que pareciese, clavaba todavía más profundo el puñal en su espalda—. Solo cumplo órdenes.
Yui apretó el puño de manera triunfal.
—¿De verdad creías que sería tan estúpida, Kaido? —Yui esbozaba una sonrisa sádica—. Crece. Hazte fuerte. Demuéstrame lealtad. Y cuando llegue la hora, tendremos un combate. Demuestra ser un rival digno, y te enseñaré una de mis más letales técnicas. —Yui emitió una carcajada aguda. Eso era exactamente lo que le había dicho años atrás—. ¡Solo te lo dije para ganarme tu favor! ¡Para que comieses de mi mano! Oh, Kaido, siempre valoré tu gallardía, pero de esto —se señaló la sien—, vas limitado.
Se levantó.
—Eres un traidor, Kaido. Y quien traiciona una vez, siempre traicionará una segunda. Está en tu sangre —le espetó, como si fuese algún tipo de enfermedad de la que no se pudiese curar—. Traicionaste a los tuyos. A tu propia familia. A los únicos que quisieron acogerte cuando saliste de las entrañas de tu madre como un monstruo. ¡Traicionaste a tu propio mentor! ¡A Yarou! ¿Crees que no vi la similitud? Te agarraste a él como una garrapata, chupaste toda la sangre que pudiste, y cuando creíste que ya no podías sacar más de él, ni aprender nada nuevo, le clavaste un puñal por la espalda. El mismo día en que te propusiste como pupilo mío —rio de nuevo. El paralelismo era tan evidente, que le ofendía que Kaido pensase que no se iba a dar cuenta—. Y lo mismo pensabas hacer conmigo, ¿eh? Escalar gracias a mí. Nutrirte de mi experiencia. Aprender mi técnica más letal, y entonces, con ella, matarme. ¡Y ocupar mi lugar! —estalló, reventando la mesa de un manotazo—. Pues adivina qué, Kaido, yo fui la que te usé a ti.
»Oh, sí. Todo este tiempo, dándote miguitas. Pequeñas carantoñas para que siguieses con la cabeza gacha. Promesas que se alargaban en el tiempo. Todo para poder utilizarte —suspiró—. Me has servido bien, Kaido. Pero ya no tienes utilidad para mí.
La katana de Yui se desenvainó en un suspiro y penetró el corazón de Kaido, quien por alguna razón no pudo convertirse en agua.
Y así, Umikiba Kaido murió.
Había estado allí todo el tiempo, invisible con la Técnica del Escondite Camuflado. Era Daruu.
—Lo siento —dijo, y su voz en verdad transmitió su pena, al mismo tiempo que, por irónico que pareciese, clavaba todavía más profundo el puñal en su espalda—. Solo cumplo órdenes.
Yui apretó el puño de manera triunfal.
—¿De verdad creías que sería tan estúpida, Kaido? —Yui esbozaba una sonrisa sádica—. Crece. Hazte fuerte. Demuéstrame lealtad. Y cuando llegue la hora, tendremos un combate. Demuestra ser un rival digno, y te enseñaré una de mis más letales técnicas. —Yui emitió una carcajada aguda. Eso era exactamente lo que le había dicho años atrás—. ¡Solo te lo dije para ganarme tu favor! ¡Para que comieses de mi mano! Oh, Kaido, siempre valoré tu gallardía, pero de esto —se señaló la sien—, vas limitado.
Se levantó.
—Eres un traidor, Kaido. Y quien traiciona una vez, siempre traicionará una segunda. Está en tu sangre —le espetó, como si fuese algún tipo de enfermedad de la que no se pudiese curar—. Traicionaste a los tuyos. A tu propia familia. A los únicos que quisieron acogerte cuando saliste de las entrañas de tu madre como un monstruo. ¡Traicionaste a tu propio mentor! ¡A Yarou! ¿Crees que no vi la similitud? Te agarraste a él como una garrapata, chupaste toda la sangre que pudiste, y cuando creíste que ya no podías sacar más de él, ni aprender nada nuevo, le clavaste un puñal por la espalda. El mismo día en que te propusiste como pupilo mío —rio de nuevo. El paralelismo era tan evidente, que le ofendía que Kaido pensase que no se iba a dar cuenta—. Y lo mismo pensabas hacer conmigo, ¿eh? Escalar gracias a mí. Nutrirte de mi experiencia. Aprender mi técnica más letal, y entonces, con ella, matarme. ¡Y ocupar mi lugar! —estalló, reventando la mesa de un manotazo—. Pues adivina qué, Kaido, yo fui la que te usé a ti.
»Oh, sí. Todo este tiempo, dándote miguitas. Pequeñas carantoñas para que siguieses con la cabeza gacha. Promesas que se alargaban en el tiempo. Todo para poder utilizarte —suspiró—. Me has servido bien, Kaido. Pero ya no tienes utilidad para mí.
La katana de Yui se desenvainó en un suspiro y penetró el corazón de Kaido, quien por alguna razón no pudo convertirse en agua.
Y así, Umikiba Kaido murió.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado