2/12/2018, 21:00
(Última modificación: 2/12/2018, 21:35 por Uchiha Datsue. Editado 1 vez en total.)
Kaido revivió aquel recuerdo millares de veces. Durante toda la noche. Durante el día siguiente, y al siguiente a este. Inducido en aquel coma, a Kaido le parecieron años. Años de vida que siempre terminaban en el mismo punto: siendo asesinado por Yui.
No siempre era exactamente lo mismo, claro. A veces era Ayame, y no Daruu, quien le apuñalaba. Con lágrimas en los ojos y apenas pudiendo contener el llanto. Y Kaido veía cómo Yui rodeaba por los hombros a Ayame con un brazo, felicitándola. Y la hacía su nuevo brazo derecho. Porque en el fondo sabía que ella, al contrario que él, era más fácil de manipular. Y de que no levantaría la voz a su mandamás.
En ocasiones, era Mogura quien le clavaba un puñal. Él no lloraba. Ni siquiera pedía perdón como Daruu. En otras, era Karamaru. O algún ANBU bajo su máscara. En ocasiones era un Hozuki, que al igual que él, tenía por misión erradicar a los potenciales traidores para ganarse el favor de Yui.
Alguna vez no era nadie. Simplemente decidía darse la vuelta, esperando hacerse más fuerte para ganarse el beneplácito de la Arashikage, y entonces Yui le atacaba por la espalda. A traición.
Yui siempre le atacaba en desventaja. Y es que Kaido sabía, en el fondo, que en igual de condiciones la superaría.
Todas esas vivencias fueron penetrando en el subconsciente de Kaido. No solo plantando la semilla de la duda. No solo alimentando la sospecha sobre las verdaderas intenciones de su Arashikage. Sino mostrándole la pérdida de tiempo que era sacrificarse por su Villa. Lo poco o nada que recibía a cambio. Y cuando recibía algo, era frustración. Era muerte. Era darse cuenta que había tirado sus mejores años de vida a la basura.
Y a medida que aquel pensamiento comenzaba a cobrar fuerza en su mente, las decisiones que iba tomando Kaido a lo largo de sus vidas iban cambiando. Se revelaba antes ante Yui. Le exigía combatir muchos años más temprano. Lo hacía el día en que dominó el Jōki Bōi. Lo hacía el día en que dominó el Suiton: Oni Sakana. El día en que ascendió a Jōnin. Antes incluso. Mucho antes.
Y entonces…
Entonces llegó el día en que cometió el mayor error de su vida. El día en que traicionó a Dragón Rojo. El día en que echó por la borda un futuro, y un destino por cumplir como Umi no Shisoku que era. El día en que había renunciado a todo aquello.
Y, aquel día…
… decidió…
No siempre era exactamente lo mismo, claro. A veces era Ayame, y no Daruu, quien le apuñalaba. Con lágrimas en los ojos y apenas pudiendo contener el llanto. Y Kaido veía cómo Yui rodeaba por los hombros a Ayame con un brazo, felicitándola. Y la hacía su nuevo brazo derecho. Porque en el fondo sabía que ella, al contrario que él, era más fácil de manipular. Y de que no levantaría la voz a su mandamás.
En ocasiones, era Mogura quien le clavaba un puñal. Él no lloraba. Ni siquiera pedía perdón como Daruu. En otras, era Karamaru. O algún ANBU bajo su máscara. En ocasiones era un Hozuki, que al igual que él, tenía por misión erradicar a los potenciales traidores para ganarse el favor de Yui.
Alguna vez no era nadie. Simplemente decidía darse la vuelta, esperando hacerse más fuerte para ganarse el beneplácito de la Arashikage, y entonces Yui le atacaba por la espalda. A traición.
Yui siempre le atacaba en desventaja. Y es que Kaido sabía, en el fondo, que en igual de condiciones la superaría.
Todas esas vivencias fueron penetrando en el subconsciente de Kaido. No solo plantando la semilla de la duda. No solo alimentando la sospecha sobre las verdaderas intenciones de su Arashikage. Sino mostrándole la pérdida de tiempo que era sacrificarse por su Villa. Lo poco o nada que recibía a cambio. Y cuando recibía algo, era frustración. Era muerte. Era darse cuenta que había tirado sus mejores años de vida a la basura.
Y a medida que aquel pensamiento comenzaba a cobrar fuerza en su mente, las decisiones que iba tomando Kaido a lo largo de sus vidas iban cambiando. Se revelaba antes ante Yui. Le exigía combatir muchos años más temprano. Lo hacía el día en que dominó el Jōki Bōi. Lo hacía el día en que dominó el Suiton: Oni Sakana. El día en que ascendió a Jōnin. Antes incluso. Mucho antes.
Y entonces…
Entonces llegó el día en que cometió el mayor error de su vida. El día en que traicionó a Dragón Rojo. El día en que echó por la borda un futuro, y un destino por cumplir como Umi no Shisoku que era. El día en que había renunciado a todo aquello.
Y, aquel día…
… decidió…
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado