3/12/2018, 01:53
Once días, doce. Seguían acumulándose las horas y su cuerpo, desgastado, comenzaba a padecer de las secuelas. Hasta que llegó el día final, el número quince. En el que finalmente, no pudo más. Donde no hubo nadie que pudiera convencerlo de no ceder a la voluntad ajena. De no arrojarse de cara a las llamas que emergían desde la boca de un Dragón alado, negro y de ojos verdes brillantes.
—Basta. ¡Basta! ¡haz que se detenga! ¡no puedo morir una vez más, hazlo permanente! —gritaba, durante su quincuagésima ejecución—. lo haré, ¡lo haré, coño!
—¿Y qué es eso que harás?
—Matar a Umikiba Kaido.
Frente a Kaido no yacía sólo Ryū. También estaba él mismo —otro Kaido, el que le había estado hablando durante días—. sonriéndole. Con la mirada turbia, sí, pero nunca cabizbajo.
—Lo siento, pero de ahora en adelante yo lideraré la marcha. Dragón me merece a mí, no al que quiere acabar con nosotros. Así que duerme, Umikiba Kaido—. una katana idéntica a la de Yui ahora sostenida por él, que atravesaba a su otro yo—. duerme, que soy yo el que ahora debe despertar.
—Basta. ¡Basta! ¡haz que se detenga! ¡no puedo morir una vez más, hazlo permanente! —gritaba, durante su quincuagésima ejecución—. lo haré, ¡lo haré, coño!
—¿Y qué es eso que harás?
—Matar a Umikiba Kaido.
Frente a Kaido no yacía sólo Ryū. También estaba él mismo —otro Kaido, el que le había estado hablando durante días—. sonriéndole. Con la mirada turbia, sí, pero nunca cabizbajo.
—Lo siento, pero de ahora en adelante yo lideraré la marcha. Dragón me merece a mí, no al que quiere acabar con nosotros. Así que duerme, Umikiba Kaido—. una katana idéntica a la de Yui ahora sostenida por él, que atravesaba a su otro yo—. duerme, que soy yo el que ahora debe despertar.