7/12/2018, 21:54
El gyojin se corrió en cuanto Otohime gesticuló su verdadero lugar, aquel que realmente le pertenecía. Una vez ahí, torció la mirada hacia Ryū. ¿Que si tenía algo que contarle? y él diría que mucho.
—Más que contar, tengo que advertiros —alegó, lacónico. No sonreía, pero cada palabra parecía salir de una muy socarrona—. de Katame. Y de sus pecados. ¿Sabéis algo de las andanzas de vuestro antiguo miembro? ¿del peligro que corre ahora nuestra —hizo énfasis en esa última palabra, porque sí, ahora era suya también—. organización?
Sembrada la duda, volvió a callar. Su mente volaba a millón, y necesitaba tiempo para enfrentar sus ideas. De subyagar aquellos sentimientos encontrados, y encontrar el mejor discurso. Porque bien sentía la imperiosa necesidad de alertar a Dragón Rojo de todos sus peligros. ¿Pero cuántos le convenía a él mismo revelar ahora?
Tenía tantos frentes. Tantas amenazas. Y ahora mismo, en su condición de recién bendecido, le convenía jugar tan sólo con uno de ellos. ¿Pero cuál?
—Más que contar, tengo que advertiros —alegó, lacónico. No sonreía, pero cada palabra parecía salir de una muy socarrona—. de Katame. Y de sus pecados. ¿Sabéis algo de las andanzas de vuestro antiguo miembro? ¿del peligro que corre ahora nuestra —hizo énfasis en esa última palabra, porque sí, ahora era suya también—. organización?
Sembrada la duda, volvió a callar. Su mente volaba a millón, y necesitaba tiempo para enfrentar sus ideas. De subyagar aquellos sentimientos encontrados, y encontrar el mejor discurso. Porque bien sentía la imperiosa necesidad de alertar a Dragón Rojo de todos sus peligros. ¿Pero cuántos le convenía a él mismo revelar ahora?
Tenía tantos frentes. Tantas amenazas. Y ahora mismo, en su condición de recién bendecido, le convenía jugar tan sólo con uno de ellos. ¿Pero cuál?